Foto: Fátima Rodríguez

15 noviembre, 2009

Pollito, Chicken; Ciencia, science

Science and Struggle: The Fusion of Research and Compassion

Parwiz Abrahimi(Age 23, Afghanistan & USA )
Yale University School of Medicine, Yale University Graduate School


Science and technology seem a world away in the vastly populated Dasht-e-Barchi neighborhood of Kabul. Driving along its single congested road, one can see laborers lingering for a day's opportunity to work, donkeys bearing loads of sun-baked bricks, and antiquated buses adorned with colorful streamers and poetic Persian decals. Where the paved street ends, cars are forced to a halt by giant mounds of gravel placed in the middle of the dirt road for nearby construction workers. Hidden behind the mounds of gravel, a hundred meters down a muddy alley lined with dilapidated adobe houses, is a gem lost in the bustle of post-Taleban Kabul: Marefat High School. On the days that I am not instructing the biology and chemistry laboratories at the American University of Afghanistan, I volunteer as a science teacher at this community-led high school. It is here I decided that scientific research combined with social awareness and responsibility could make the conditions we live in better and more sustainable.

Once, after a class in which I introduced blood groups and blood typing, a female student asked, “If my blood group is Rh negative and my fiancé is Rh positive, what steps can I take to avoid problems during child birth?” She was referring to rhesus-sensitization, in which a mother can develop an immune reaction when bearing a child whose rhesus blood group differs from her own. In a Western high school setting answering this question would have been easy, but in this case I did not know how best to respond. In a resource-poor country like Afghanistan there is little health care infrastructure to address problems such as this. I was reminded of the great needs and meager means Afghans have for health care, and thought long about what future applications of science and technology might do to enhance medicine and health education for Afghanistan and other developing nations. In my vision for the future of science there is greater fusion between scientific research and global health imperatives, creating a more prosperous world through improved health care delivery in the world's most vulnerable regions.

The marriage between science, which seeks to address a fundamental biological question, and global health advocacy, which seeks to reduce worldwide health disparities, is a vital component of my vision for the future. Scientific research must place more emphasis on diagnostic and therapeutic clinical interventions that can be transitioned for use in areas that currently lack human and financial capacity. This requires clinicians with an intimate understanding of basic science, and scientists who have a clinical end goal through which they can promote world health equity by developing culturally sensitive and cost-effective medical solutions that address local public health needs. I envision carving a role for myself at the center of the interaction between clinicians, engineers, and scientists. I am pursuing joint M.D./Ph.D. doctorates which will equip me with the clinical education and research experience to be a successful physician-scientist. I hope to partake in translational pharmacological and molecular medicine research in which I can combine my academic interests in medicine and science with my background in the developing world. I aim to study diseases and new drugs that can help alleviate the clinical burden on resource poor nations at the molecular level.

Through teaching, I have also come to see research and education as complementary. Science instruction in Afghanistan has traditionally been dominated by the look-and-listen pedagogical approach, and does not engage students' interests or encourage them to think critically. Like other schools, Marefat faces many technological limitations. When our electricity runs out, as it does often, we use a mirror and sunlight to illuminate objectives on our compound light microscope. Simple items such as salt, soap, water and rubbing alcohol become reagents to extract cheek-cell DNA. It is not much, but the students gain experience, build confidence in themselves, and are introduced to the scientific method. Accompanying this future direction of science, I see a vanguard of scientists who understand that science has a role outside of research centers, and will champion teaching, public outreach, and advocacy in addition to advancing scientific research. With the right support from scientists who are willing to serve as mentors and advocates, students like those at Marefat have the potential to become future leaders who can help further drive the direction of science in a positive way that benefits Afghanistan and the world at large.
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Ensayo ganador del 2009 International Essay Contest for Young People

07 noviembre, 2009

Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.

Leopoldo María Panero

19 septiembre, 2009

Desventuras en código binario

En la rutina caótica de la actualidad la eficiencia de las comunicaciones pareciera aumentar casi proporcionalmente en razón a cuanto menos nos miremos las caras. Vivimos en una época en la que el mundo está en constante contacto, asiéndose a la existencia del otro por medio de su voz o su redacción; cualidad de la contemporaneidad que ha reducido, favorablemente, distancias entre países, regiones geográficas y continentes.


En este escenario, la Internet se presenta como la protagonista de la obra.

“Conéctate, quiero preguntarte algo”, me dijo alguna vez una compañera de trabajo mientras hablábamos en su escritorio. Entendí que la jerarquía de la pregunta era tal que debía de ser hecha por messenger. “Uno se siente aislado” se quejaba Efra por aparte, cuando acababa de mudarse de casa, no porque ninguna de las vecinas no le hubiese dado la bienvenida regalándole un pay de manzana o porque la nueva colonia se encontrara demasiado alejada de la civilización, más bien se refería al hecho de no contar, entonces, con una conexión hogareña a Internet. Se encontraba sitiado virtualmente.

Sin embargo, la world wide web, como anexo a las formas de relaciones humanas, no se exenta de los vicios o defectos de las mismas. La Internet también se ve envuelta en el entramado de relaciones en donde muchos tienen mucho que contar y pocos, ganas de escuchar; con la diferencia de que proporciona mayor cantidad de posibilidades para decir todo aquello que se quiere en un espacio con pocos receptores humanos. Se entra a una gigantesca cueva para gritar y no se escucha el eco. Parte de este fenómeno es conocido como daily me, que contextualizado al español podría entenderse en algo así como “ego diario”. Blogs, videos en youtube, sitios para subir fotos (Sartori no se equivoca), entre otros, pueden considerarse al respecto.

A pesar de ello, parecen persistir aún más aquéllos cibernautas que prefieren adoptar una actitud alfonsina de síntesis ante las mareas de caracteres o kilobytes. Uno puede ver entonces nicknames convertidos en frases sintomáticas, citas literarias (muchas de mala calidad), planes de vida, verdades absolutas o mensajes subliminales.

“Es una forma de atacar” me explicaba Natalia mientras narraba la serie de desventuras en código binario por las que pasaba su relación. El ataque de su novio en el enojo consistía en iniciar y cerrar la sesión del messenger una y otra vez casi de forma inmediata, cambiando en cada ocasión la frase de su nickname (que más bien eran indirectas) por otra diferente, de tal manera que, de entre todos los que las leyeran, sólo podría lograr entenderlas la destinataria implícita, y uno que otro enterado.

De unos meses para acá noté que en mi lista de contactos comenzaron a prevalecer los enunciados que hacían constar la religiosidad de quienes los escribían. Afirmaciones sobre la fe cristiana, bendiciones de Dios hacia los usuarios de Hotmail y algunos versículos bíblicos, de pronto fueron la constante. Los cibernautas con los que estoy en contacto habían transformado a Dios, mediante la banda ancha, en un síntoma colectivo, una moda.

Esta observación se la comenté a Humberto, con quien sostengo cierto grado de comunicación virtual con tintes metafísicos, pues logro conversar con él –vía messenger– aún y cuando su estatus sea el de “no conectado”. “Da la impresión de que creer en Dios significa estar in” le dije, expresando mi inconformidad ante lo que me parecía una forma de banalizar un elemento que para enormes masas de personas representa una razón de vida. “Así pasa en las crisis –contestó–, la gente trata de sostenerse de lo que puede para no derrumbarse… se acuerdan de Dios”.

En la rutina caótica de una realidad en crisis, donde cada vez nos vemos menos las caras, las nuevas generaciones usan los avances tecnológicos –inconciente y colectivamente– pidiendo ser escuchados al menos en el éter, virtual o celestial. Todo en un nickname.

Un profesor de biología que tuve durante la preparatoria afirmaba con sarcasmo: “las bacterias son como Diosito: están en todas partes”. El desarrollo de la ciencia y la tecnología ha invalidado su apotegma. No he visto aún a una escherichia coli, por ejemplo, llegar por correo electrónico.



Gibrán Domínguez


12 septiembre, 2009

Para leer en forma interrogativa


Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.



Julio Cortázar
(1938)


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Tomado de: http://sehadetenidounpajaroenelaire.blogspot.com/

25 agosto, 2009

Monumento a Mafalda

El artista argentino Pablo Irrgang trata de "humanizar" el personaje de Mafalda en la escultura que se instalará el domingo en el barrio porteño de San Telmo en homenaje al creador de la popular historieta, Joaquín Salvador Lavado, Quino. Sentada en un banco y con una altura de 80 centímetros, la protagonista de la tira argentina más conocida descansará desde este domingo en la calle Chile de San Telmo, donde estaba ambientada la trama, y a escasos metros del portal en el que vivía su creador.
Convocado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para realizar la escultura, el objetivo principal del escultor ha sido tratar de "humanizar" al personaje, explicó ayer el artista desde su taller de la capital. La petición inicial se refería a una obra "un poco más monumental, en una escala más grande", pero a Irrgang no le parecía adecuado para el personaje.

Por el contrario, Mafalda le producía una idea de proximidad y optó por reproducirla en una escala "de nena", más parecida al que sería su tamaño real, y "con el que la gente pueda sentirse identificada, sentarse y sacar un foto", apuntó. Además, ha preferido aplicar algún juego de color que le aporta plasticidad y hace que "no sea una muñecota solamente", comentó.

Para su elaboración ha elegido "los materiales más propicios para estar en la vía pública y darle un poco de color y vida al personaje", que nació en 1963 de la imaginación de Quino, quien ideó aventuras de esta niña adulta hasta 1973. Modelada primero en arcilla, le colocó después un molde de silicona sobre el que copió con resina de epoxy y fibra de vidrio, materiales muy resistentes que han sido tratados "de una manera especial" para que lo fueran todavía más.

No obstante, Irrgang espera que la escultura "despierte los mejores sentimientos y no los peores", y que no sea dañada por algún acto vandálico. En este sentido, el escultor está sorprendido por la expectación que ha despertado su obra, tanto dentro como fuera del país, y que atribuye al impacto que genera el personaje de Mafalda "sobre todo por el humor que tiene, un poco político e ideológico, que genera todavía identificación porque los problemas del mundo lamentablemente no han cambiado mucho", apuntó.

Hasta el momento no había en el barrio ningún tipo de mención del personaje, aunque existía "el mito urbano de que ése era el barrio de Mafalda", relató Irrgang, para quien este elemento va a aportar "un poco más de vitalidad turística a la zona y va a permitir que muchos fans se puedan reencontrar con el personaje".
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Comentario: ¡Vientos!

21 agosto, 2009

Alabastro



Román Cortázar Aranda / viernes, 21 de agosto de 2009 / El diario de los Andes

Homero fue el primer gran editor de la literatura occidental porque comprendió que la palabra escrita, a diferencia de la palabra oral, se halla abierta a los pormenores del infinito. Así fijó en letra, amañó y limó, los poemas que antaño había fijado en el viento la voz. Homero fue el primer gran poeta de la literatura occidental porque descubrió que su imaginación era no sólo capaz de editar los poemas que habían sido cantados desde 1180 a. de C., sino que podía añadirles, por lo menos cuatrocientos años después, aventuras y personajes puramente ficticios.Homero, el hombre (o la mujer, si hemos de creerle a Samuel Butler y Robert Graves), vislumbró que se apagaba su voz en la nada y se volvían pálidas las palabras que cantaba. Entonces llevó los sonidos del viento a la hoja. Pero Homero no sabía escribir. George Steiner, con inteligencia delicada, nos dice que no es necesario creer que Homero fuera un hombre ilustrado. Habría dictado ambos poemas a un escriba. Pero Steiner aun va más allá: "me atrevería a asegurar que la antigua y persistente tradición de su ceguera está relacionada con este punto probable. Deseando ocultar a una época posterior y más crítica este defecto técnico del maestro -la vergüenza del analfabetismo-, los Homéridas lo describieron ciego".Como Homero el ciego, la crítica literaria no ha podido escribir lo que ocurrió en esa misteriosa noche que separa la Ilíada y la Odisea. Porque a Aquiles lo domina la risa y a Ulises -u Odiseo- la sonrisa. Aquél es alegre brutalidad; éste, ironía pura y fría. Aquél es Edad de Bronce; éste, los primeros rayos del alba presocrática.En un ensayo espléndido, Ítalo Calvino traba lucha con el esquivo Ulises y arroja un ancla en su umbroso periplo. Nos dice que el héroe siempre batalla con la desmemoria: el loto, las drogas de Cirse, el canto de las sirenas. En una palabra: no debe olvidar la Odisea.Para Edoardo Sanguineti, el de Ulises no es un viaje de ida, sino un viaje de vuelta. Por lo tanto, "el futuro que Ulises va buscando es entonces, en realidad, su pasado". Vemos no una simple regresión sino una restauración. Ésta se apresura cuando Euriclea, el ama de llaves, reconoce al héroe oculto en un disfraz de mendigo. Lo reconoce al bañarlo. Lo denuncia la piel: la huella de los dientes de un jabalí. El signo de la restauración es entonces la cicatriz. Con su regreso y victoria final, Ulises restablece el orden ideal en, por lo menos, dos sentidos: el interior y el social. Supongo que esto pensaba Calvino cuando escribió que la memoria sólo cuenta si reúne pasado y futuro, "devenir sin dejar de ser, ser sin dejar de devenir".Muchos siglos después, en 1868, un fabuloso dramaturgo noruego, Henrik Ibsen, publicó una nueva versión de la Odisea. Ulises adopta en esta obra, una de las más grandes de la literatura, el nombre de Peer Gynt. Es un canalla adorable que aspira al título de Emperador de Sí Mismo. Como sería de esperarse, también hay un reconocimiento. Su signo es una cebolla. Pues bien: a propósito de la cicatriz de Ulises, Erich Auerbach observa que el inventor del caballo de Troya "es completamente el mismo al regreso que cuando, dos décadas antes, abandonó Ítaca". La odisea, por tanto, habría sido tan solo una gran aventura geográfica. Pero deberán pasar muchos años aún para que la odisea se exprese en un lugar inmaterial. En la región interior, entre fantasmas oscuros.Es plausible que la cicatriz sea una marca no sólo corporal. Mañoso y astuto, el héroe alcanza sin embargo un protagonismo mediocre en la Ilíada. Lo hace voluntariamente. En ese mundo bárbaro y brutal, su fama de taimado contrasta con la dignidad de los guerreros que prefieren, antes que el ejercicio del ardid y el doblez, morder el polvo a la manera de Héctor, revolcándose en su propia sangre. Alfonso Reyes nos dice que Autólico, "en recuerdo de sus peripecias y su propio renombre, bautizó al nieto y le dio el nombre de Odiseo". Es decir: el "odiado". Autólico era otro rufián experto en el engaño y el hurto.Pero la cicatriz es aún más honda. Para Sanguineti, se trata de la repetición. Puede ser que tenga razón. Por lo menos Dante así lo registró en su Comedia. Virgilio y Dante llegan a una hoya. Luego ven muchos fuegos y, adentro de los fuegos, las almas de los engañadores. En dos de ellas se hallan Diomedes y Ulises, los embaucadores más legendarios. Virgilio les habla. Virgilio, no Dante. Ya Borges nos ha explicado la razón: Dante no es nadie, no ha escrito aún su Comedia. Virgilio les pide que le cuenten cómo murieron y entonces, desde lo hondo de una llama, habla la voz de Ulises. Ulises no tiene rostro, sólo sus hazañas. Ulises dejó a Penélope para emprender su último viaje. Inflamó a sus viejos compañeros con palabras nobles. Les dijo que son hombres, no bestias, que nacieron para conocer y para comprender. Y emprendieron la exploración del hemisferio austral. La voz de fuego de Ulises, una vez más, no olvida.En alguna página, Steiner se pregunta qué sucede cuando leemos la Ilíada con los ojos de Ulises. Ante las variaciones estilísticas y aun las diferentes visiones del mundo, desarrolla una idea: que Homero fue el compilador de la Ilíada y el autor de la Odisea. Creo que las páginas más nobles de la crítica literaria siguen siendo insuficientes para contarnos lo acontecido. Creo que no la crítica sino la poesía zanjará el asunto algún día. Añadiré que fue el poema dramático de Ibsen el que continuó y completó la obra de Homero. Al regresar a casa luego de tantos años de ausencia, un viejo y cansado Peer Gynt se enfrenta al diablo deshojando una cebolla; se da cuenta entonces de que él mismo -como Ulises ante Polifemo- es Nadie. Como la cebolla, él no tiene centro. En su corazón palpita la nada. Tenemos, pues, nuestra moderna Odisea espiritual.

20 agosto, 2009

¿Quién quiere ser diputado?

Soledad Loaeza/La Jornada

En estos tiempos de desempleo y de jubilaciones forzadas –aunque se apliquen a septuagenarios–, la Cámara de Diputados se ha convertido en una apetitosa alternativa. Las condiciones de admisión son mínimas, pero varían en cada caso. Es decir, cada partido demanda atributos personales distintos. Por ejemplo, los perredistas requieren de su personal pulmón, fuerza física suficiente para empujar curules, bloquear portones, un vocabulario florido y buena disposición para recibir instrucciones. Los panistas, en cambio, esperan reclutar a personas bien peinadas, persignadas, con capacidad para engolar la voz y cantar himnos, y buena disposición para recibir instrucciones. A los priístas les basta con que sus representantes tengan capacidad de aguante y buena disposición para recibir instrucciones. El Partido Verde busca diputados que puedan hablar en voz alta, a pesar de que traigan una papa caliente en la boca, viajados, que sean jóvenes de buen ver, comprometidos con la defensa de los valores del ahora maduro Niño Verde, y que tengan buena disposición para recibir instrucciones. El Partido del Trabajo y Convergencia convienen en que sus representantes tengan buena disposición para recibir instrucciones, aunque éstas provengan de ultratumba.

En términos generales puede aspirar a una diputación cualquier persona de buena voluntad; la afiliación partidista que ostente en la Cámara dependerá de su habilidad para cumplir con los requisitos particulares que demanda cada fuerza política. Parecería que todas coinciden en recomendar a personas con iniciativa que se abstengan de participar en la competencia por una candidatura.

En México, llegar a la Cámara de Diputados hoy no es sueño de patriotas –por algo será que este término haya pasado de moda–, sino que se ha convertido en la aspiración de quienes, queriendo hacerse millonarios, prefieren el camino fácil de las prerrogativas, las compensaciones, sueldos enormes, los bonos y aguinaldos, la exención de impuestos, viajes y celulares pagados, los regalos de los intereses particulares a cambio del esfuerzo mínimo de levantar un dedito en la votación indicada. Y, no lo olvidemos, ese dedillo –que ya no es el dedazo del pasado– también está protegido por el fuero que debería defender a los Belisarios Domínguez de ese mundo, pero como de ésos ya no hay ni pocos ni muchos, el fuero ha quedado reducido a una medida más de impunidad. A diferencia de nuestros diputados, los concursantes en programas de televisión que aspiran a ganar grandes cantidades de dinero necesitan conocimientos, a veces triviales, a veces sofisticados, una buena dosis de audacia, iniciativa, creatividad e imaginación. Curiosamente, los atributos que en un diputado serían muy mal vistos.

El diputado Gerardo Priego puso el dedo en la llaga. El pasado martes devolvió a la Cámara de Diputados más de un millón de pesos (La Jornada, 19/8/09), de los cuales más de 820 mil le fueron devueltos por concepto de viajes no realizados. De esta manera quiso exhibir los abusos en que incurren los diputados, que no son tales en la medida en que muchos de estos gastos y privilegios están estipulados en reglamentos y acuerdos administrativos. Todos estos beneficios bastan para que podamos exigir a los legisladores más trabajo, y no sólo legislativo. Necesitamos diputados que conozcan las leyes, que sepan de los procedimientos parlamentarios; los miembros de las comisiones tendrían que ser personas enteradas de su materia de trabajo. No por ver televisión es uno experto en telecomunicaciones, no por vivir en la ciudad de México se puede uno declarar urbanista, y no por ser mujer es una experta en temas de género. Y, sin embargo, éste es el tipo de argumentos –más o menos disfrazados– que sostienen a algunos personajes en lo que en realidad es para ellos tierra ignota.

Antes de que un diputado ocupe por primera vez su curul, tendría que someterse a un examen mínimo de conocimientos: ¿Qué quiere decir la palabra presupuesto? ¿Qué significa la noción conflicto de intereses? ¿Cuál es la diferencia entre déficit y superávit? ¿Qué quiere decir parlamento? ¿“Canonjía” es el nombre de un sitio arqueológico en Chihuahua? La persona que responda correctamente a estas preguntas podrá ser diputado por tres años. ¡Felicidades!

Los miembros de la División de Derecho del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) han recibido feroces ataques por el trabajo que han hecho en la revisión del caso Acteal. Ahora, se les pretende señalar porque la institución a la que pertenecen recibe financiamiento de una fundación estadunidense. Nada hay de extraño en este apoyo. Durante años, el EZLN y la diócesis de San Cristóbal han recibido millones de euros de fundaciones en Austria, Holanda y Alemania, entre otros países. Los ataques contra el trabajo de los colegas del CIDE pueden ser leídos como un capítulo más de la intolerancia que aqueja a un sector importante de la opinión pública.





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10 agosto, 2009

150 años de las leyes de Reforma

150 años de las Leyes de Reforma

El próximo 12 de julio se cumplirán 150 años de haberse promulgado la primera de las Leyes de Reforma, mediante la cual se nacionalizaban los bienes del clero y se suprimían las órdenes eclesiásticas. Serían emitidas después, en 1859, la ley sobre la institución del registro civil, la ley sobre el matrimonio, aquella referente a la secularización de cementerios y –hasta diciembre de 1860– la ley de libertad de cultos.

Los referentes históricos obligatorios a este movimiento reformista son la promulgación de las leyes de Administración de Justicia y Orgánica de los Tribunales de la Nación (noviembre de 1855), y la de Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas Propiedad de las Corporaciones Civiles y Religiosas (junio de 1856), mejor conocida como Ley Lerdo. La primera ocasionó que los tribunales militares y religiosos cesaran de conocer delitos civiles, mientras que la segunda “abrió al mercado” las propiedades de corporaciones civiles y religiosas que, en palabras de Lerdo de Tejada (entonces ministro de hacienda), representaban “un obstáculo para la prosperidad y engrandecimiento de la Nación”, pues ocasionaban “la falta de movimiento o libre circulación de una gran parte de la propiedad raíz, base fundamental de la riqueza pública”. Sin lugar a duda, la antesala a las hostilidades que se presentarían en defensa de cotos de poder.

Hasta entonces la Iglesia Católica había jugado un papel fundamental en la vida social de la Nueva España y del México independiente. La educación, el cobro de algunos impuestos (diezmo), la intervención directa en la vida pública de la nación (muchos de los diputados fueron sacerdotes en función), eran algunos de los asuntos sobre los que la iglesia tenía que ver y en los que propiciaba las circunstancias que mejor le convinieran. A lo anterior hay que agregar que era la principal propietaria de tierras del país, ejercía funciones bancarias y poseía buena parte de la riqueza nacional.

Instaurado el congreso que establecía el Plan de Ayutla en 1856, se iniciaron las discusiones sobre el rumbo que habría de tomar el país con la promulgación de una nueva constitución, tras la experiencia de la dictadura santannista y la reciente pérdida de la meseta de la Mesilla. La Ley Lerdo y la ley de desamortización fueron ratificadas por los diputados, así como fueron integrados al texto constitucional los derechos del hombre –la libertad de enseñanza, la libertad de expresión, entre ellos–, la creación de un Poder Legislativo unicameral, entre otros aspectos.
Las doctrinas iusnaturalistas tuvieron enorme presencia en el quehacer parlamentario.
El debate entre liberales, moderados y conservadores en el constituyente se polarizó en torno a si debería haber una religión de Estado o si se declararía la libertad de cultos. El encono de las discusiones provocó que el artículo que contendría esta disposición fuera devuelta a su comisión de estudio, de donde nunca salió para ser votada; lo que abría la posibilidad a la existencia legal de otras religiones.

La proclamación de la Constitución el 5 de febrero de 1857, condenada por el Papa Pío IX, quien amenazó con excomulgar a todo aquél que la jurara, aunada al posterior desconocimiento de la misma por el presidente Ignacio Comonfort –“el Hamlet Poblano”, ironiza Enrique Krauze–, desataron una serie de movimientos armados al grito de “religión y fueros”, que en poco tiempo conformaron la Guerra de los Tres años o Guerra de Reforma. En este conflicto, la corriente conservadora la encabezaría, en primera instancia, Félix Zuloaga y luego Miguel Miramón; en tanto que el flanco liberal sería liderado por Benito Juárez. Éste trasladaría la sede de su gobierno a Veracruz.

Sin duda, el padecimiento común de los bandos fue la escasez de recursos financieros; situación que llevó a Miguel Miramón a firmar los “bonos Jecker” –préstamo por el cual recibiría 750 mil pesos de un banquero suizo, comprometiéndose a pagar 15 millones de pesos– y el tratado Mon-Almont –que reanudaba el pago de algunas deudas contraídas por Santa Anna en el año de1853 con el gobierno español–; y obligó a Juárez, con todo y los recursos que representaba la aduana de Veracruz, a ratificar la firma del tratado McLane-Ocampo –no concretado por la desaprobación del Senado estadounidense – y, en parte, a apresurar la promulgación de las Leyes de Reforma, que no dejaban de mermar la influencia de la Iglesia sobre la sociedad con la nacionalización de su bienes, la desaparición de sus órdenes y la pérdida de la exclusividad de realización de actos civiles, como el matrimonio –además de contar con el respaldo de varios de los empresarios con intereses sobre las propiedades del clero .

El fracaso de las tropas conservadoras al intentar sitiar Veracruz en marzo de 1860 significó prácticamente la victoria de los constitucionalistas, que meses después, y apenas iniciado el año de 1861, entraron triunfantes a la Ciudad de México. La guerra civil había terminado, la Constitución de 1857 volvía a regir y la separación entre la Iglesia y el Estado quedaba concretada.

A 150 años, con la atención oficial puesta sobre el 2010, el aniversario parece pasar por inadvertido.


Gibrán Domínguez


Bibliografía sugerida:

ºArgudín, María Luna, El Congreso y la política mexicana (1857-1911), México, El Colegio de México / Fondo de Cultura Económica / Fideicomiso Historia de las Américas, 2006.
ºDíaz, Lilia, “El liberalismo militante” en Historia general de México (versión 2000), México, El Colegio de México, 2008.
ºKrauze, Enrique, Siglo de caudillos, México, Tusquets Editores, 2002.
ºZoraida Vázquez, Josefina, “De la independencia a la consolidación republicana” en Escalante Gonzalbo, Pablo, et al, Nueva historia mínima de México, México, El Colegio de México, 2004.


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Se publicó en Vida Universitaria del 1 de julio.



26 junio, 2009

Más allá...

Si en estos días ha existido un tema que ha ganado popularidad en las conversaciones diarias sobre la próxima jornada electoral, es el del abstencionismo ciudadano (el no ir a votar se llama "ausentismo electoral") en sus diversas modalidades: votar por un ciudadano independiente, tachar la boleta, escribir alguna frase alegórica, dejar en blanco la boleta, tachar todas las opciones, en fin, todo aquella acción que indique que el votante no está de acuerdo con las opciones presenatadas en la boleta.
También han sido muchos los líderes de opinión que han comentado al respecto desde diferentes medios de comunicación y con diversas posturas.
Luis Villoro es uno de ellos, pero enriquece su opinión con un matiz interesante que -hasta ahora, según creo- nadie había hecho, por eso reproduzco su texto en el blog.

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Decir no

Luis Villoro
La Jornada

La situación actual del país no puede ser más grave. La llamada democracia representativa, esto es, la que se supone que se expresa mediante la elección de diputados y senadores, no es una democracia auténtica. No es la que se manifiesta una auténtica voluntad del pueblo. Porque cada ciudadano deposita en una urna su voto y luego se ausenta; deja que otros pocos lo gobiernen y después se va. ¿Es ésta una verdadera democracia? No. El poder se queda en una elite de los partidos, sean de derecha, de izquierda o de centro, según su espectro político. No es una democracia real. Es lo que podríamos llamar una partidocracia. Todos los partidos están sujetos, en mayor o menor medida, a la corrupción. Todos están inclinados a no perseguir el bien común, en favor de sus intereses individuales o de grupo. Frente a esta situación, ¿cuál sería la alternativa?

Podríamos pensar en un movimiento de dos momentos. Primer momento: no a la abstención, pero si al rechazo que se expresaría en un voto negativo frente a todas las propuestas de los partidos, sean éstas de izquierda o de derecha. Un voto negativo no es la abstención. No habría que dejar de votar. Esa última sería la expresión de un desinterés frente al sistema democrático mismo. En cambio, en un voto negativo el ciudadano ejerce su derecho a votar, pero lo hace en un repudio claro frente al sistema existente, en favor de la posibilidad de un futuro cambio. Los votos negativos, si fueran en una cantidad amplia, serían el testimonio de que gran parte de los ciudadanos están hartos del sistema de representación actual. Sería también una protesta contra la situación de división entre los que todo tienen y los que de todo carecen.

Un voto negativo sería, sin duda, un golpe radical a la democracia representantiva actual, pero no sería necesariamente un camino hacia una nueva revolución violenta. La alternativa, frente a la actual forma de democracia, sería la posibilidad de abrir un camino hacia otro tipo de democracia y aun, en otros aspectos, opuesta a la supuesta democracia representativa actual.

Si el primer momento del voto sería el rechazo a la forma de democracia representativa actual, el segundo momento sería la posibilidad de caminar hacia otro tipo de democracia, distinta a la actual, en la que el poder ya no estaría en los representantes de los partidos, sino en los delegados auténticos de las comunidades, más allá de los partidos establecidos. Frente a la partidocracia, algunos han llamado a este otro tipo de democracia republicana, comunitaria. Sería una democracia desde abajo, desde comunidades organizadas.

Una democracia comunitaria no estaría basada en los partidos políticos, sino en la voluntad de los ciudadanos, aun si no estuvieran agrupados en partidos políticos.

Sus delegados seguirían ciertos principios. Primero, estarían sujetos a una rendición de cuentas de su desempeño, so pena de ser destituidos por la comunidad que representan.

Estarían mucho menos sujetos a la posibilidad de corrupción por intereses personales o de grupo. Frente a los representantes (diputados y senadores) estarían más en contacto con el pueblo.
Serían lo contrario a la partidocracia. Se acercarían, así, a una democracia directa auténtica.

Así, desde abajo puede darse una alternativa positiva a la construcción de un nuevo proyecto, con tal de terminar con la actual forma de seudodemocracia llamada representativa. Éste sería un proyecto nuevo de nación.

¿No sería ése el proyecto de un movimiento, semejante al que representa el zapatismo?




24 mayo, 2009

Conversa


- Perdón. ¿Puedo sentarme aquí, contigo, a terminar esta cerveza?
- Si, claro.
- Mi nombre es Alejandro.
- Ah.
- Alejandro Barquero.
- Está bien. Yo soy Estela.
- Estaba en el otro extremo del café. No sé. Te vi tan sola.
- Me gusta estar sola.
- ¿Siempre?
- No, siempre no. Hay días. ¿No te ocurre que de pronto te vienen ganas de hacer balance contigo mismo?
- A veces. Pero por lo general de noche. Mi problema es que padezco de insomnio.- De noche prefiero dormir.
- Yo también. Pero no siempre puedo.
- ¿Mala conciencia?
- No. ¿Acaso tengo aspecto de delincuente o de violador?
- De violador, no.
- ¿De delincuente?
- Vaya una a saber. No hace diez años que nos conocemos, sino cinco minutos.
- ¿Siempre estás así, a la defensiva?
- Hay que cuidarse.
- ¿Venís a menudo a este café?
- Dos o tres veces por semana.
- ¿Trabajás por aquí cerca?
- Si el interrogatorio va a continuar de esta guisa, reclamo la presencia de mi abogado.
- ¿De esta guisa? ¡Qué léxico! Me gusta que tengas sentido del humor.
- Y vos ¿qué hacés?
- Traduzco.
- ¿Del inglés?
- También del inglés. Pero sobre todo del francés y del italiano. Y además soy soltero en español.
- ¿Me hacés confidencias para que yo te haga las mías?
- No sabía que la soltería era una confidencia. Más bien creía que era un estado civil.
- Yo no soy soltera. Estoy separada.
- ¿Y qué tal?
- ¿Qué tal qué?
- ¿Cómo te sentís con el nuevo estado?
- No tan nuevo. Hace un año que me separé. Ahora ya me acostumbré, pero al principio fue duro.
- No te pregunto si vivís sola, porque vas a pegar la espantada.
- ¿Por qué? Vivo sola, claro.
- ¿Y tu familia?
- Me queda poca. Mi vieja vive en Brasil, con mi hermano. Mi viejo se quedó en un infarto. Tengo una hermana, casada con un gringo, que reside en Los Angeles. Y se acabó.
- ¿Qué hora es?
- Las seis y veinte.
- Caramba. Tenía que estar a las seis en el Centro. Pero no importa. Total, ya no llego. Ni en Taxi. Lo que pasa es que mi reloj está perezoso. ¿Ves que marca las cinco y diez? Además, no he perdido el tiempo. Me gustó conocerte.
- ¿Conocerme? Mucho no hemos hablado.
- Lo suficiente. Y una relación no sólo se construye con palabras. También hablan los ojos ¿no?
- Ajá. ¿Y se puede saber que te dijeron mis ojos?
- Reservado.
- Te gusta el cachondeo ¿eh?
- Me gusta pasarla bien.
- A costa de esta servidora.
- ¿Se puede saber qué edad tenés?
- No se puede.
- Representás veintitrés.
- Frío, frío.
- Yo tengo veinticinco.
- Pues representás veinticuatro y medio.
- Esta vez te haré una pregunta que requiere una respuesta franca.
- Venga.
- ¿Te caigo bien?
- ¿En qué sentido?
- Vertical. Horizontal El que prefieras.
- Digamos que si. Aunque no se por qué.
- ¿Te lo explico?
- No, por favor. No soporto la vanidad masculina cuando se desata espontáneamente.
- ¿No te parece como si nos conociéramos desde hace años?
- ¿No te suena esa pregunta como de culebrón venezolano?
- Vos contestáme. ¿Te parece o no te parece?
- ¿Años? No. Me parece como si nos conociéramos desde hace veintiocho minutos.
- ¿Alguien te dijo alguna vez que irradiás una simpatía tan fuerte que a uno lo marea?
- Bueno, una vez un muchacho me dijo que mi simpatía lo emborrachaba.
- ¿Ves? Es así nomás. Y fijáte que ni siquiera te he tocado una mano.
- Ni te atrevas.
- ¿No me das permiso?
- Claro que no. Apenas si autorizo a mi mano a tocar la tuya.
- Bárbaro.
- Tenés una piel suave. Interesante. Se ve que nunca fuiste obrero.
- ¿Y esa cicatriz en la muñeca?
- Ah si. Con ese detalle ya lo sabés todo de esta joven marquesa. Hace dos años intenté matarme.
- ¿Y qué pasó?
- Me salvaron. Unas vecinas. Lo bien que hicieron. Estoy contenta de seguir vivita y coleando.
- ¿Mal de amores?
- No. Falta de amores. Vacío de amores.
- ¿Droga quizá?
- Nada de eso. Ni siquiera fumo. Casi no tomo alcohol. ¿Vos nunca quisiste suicidarte?
- Soy demasiado pelotudo para tomar una decisión tan laboriosa.
- Ya me dijiste que sos soltero en español. Pero ¿tenés mujer, compañera, amante o noviecita?
- Nada, mi niña. Llevo tres meses y medio de virginidad sabática.
- Entonces voy a hacerte una confesión que confío aprecies en toda su buena fe.
- Así será.
- Y en toda su inocencia.
- Soy todo orejas.
- Quizá te parezca extraño, pero tengo ganas de verte desnudo.
Mario Benedetti

11 mayo, 2009

Cloro y mayonesa

JUAN VILLORO / El Norte 8/05/09

Después del terremoto de 1985 salimos a la calle con picos y palas. Hubo héroes que se improvisaron como "hombres topo", entrando a huecos que parecían inaccesibles. Las mujeres prepararon sándwiches y agua de limón para los que tratábamos de imponer un orden en las ruinas. Otros hicieron acopio de víveres y ropa para los damnificados. Los taxis te llevaban gratis y los teléfonos funcionaban sin monedas. Bastaba tener un trozo de tela amarilla en el brazo para calificar como brigadista.

Actuamos de manera improvisada y tal vez repartimos mal nuestros esfuerzos. Lo importante es que hicimos algo y eso nos sirvió de terapia. Un orden superior –el escenario que tantas veces nos parece ajeno, adverso, intransitable– se había roto. El aire olía a gas. Al día siguiente del primer temblor hubo una réplica, menos agresiva pero más temible, pues ya sabíamos lo que podía pasar. Por la noche, recurrimos a remedios domésticos: nuestros sismógrafos fueron un vaso con agua en el buró y los cubiertos colgados del marco de una puerta.

Acaso sólo entonces la ciudad fue de veras nuestra: al fin nos necesitaba con urgencia. Levantar un ladrillo era un forma elemental de ser capitalino. Las grietas de la ciudad mostraron nuestro rostro. No estábamos en la mejor de las condiciones (¡cuánto polvo nos sobraba en el pelo!), no sabíamos si al recoger cascajo salvaríamos a alguien o provocaríamos otro derrumbe, pero una certeza se imponía: éramos la única respuesta.

El trauma del temblor se pudo superar gracias a que logramos sentirnos útiles. En 1985 encontramos la ciudad que se nos había perdido dentro de la ciudad.

La crisis de la influenza ha sido distinta. En este caso, la amenaza éramos nosotros. Nada resultaba tan arriesgado como el contacto con el prójimo. La única solidaridad que podíamos mostrar era la de un disciplinado acatamiento de las disposiciones oficiales. La respuesta, en este sentido, fue admirable. Una ciudad que vive para lo que ocurre de a montón, aceptó el calvario del aislamiento.

No faltó algún sobresalto. Es curioso cómo se esparcen los rumores; de pronto, corrió la voz de que WalMart iba a cerrar sus puertas. Nunca sabremos por qué se habló específicamente de esa cadena. Lo cierto es que las compras de pánico permitieron registrar dos obsesiones del consumidor mexicano: la limpieza y el condimento. Los productos más vendidos fueron el cloro y la mayonesa.

Nuestra vida prosiguió en encierro y cámara lenta. En esas condiciones enfrentamos algo tan duro como la epidemia: no poder hacer otra cosa que lavarnos las manos. A diferencia de lo que sucedió en el terremoto, era imposible salir a la calle con una carretilla a recoger trozos de ciudad. Ayudar implicaba estar ausentes, soportar la impotencia y la frustración.

Actuamos como debíamos hacerlo, pero otros quedaron en deuda. "Lo que más me irrita es la falta de solidaridad de la medicina privada", me dijo Ricardo Cayuela Gally, jefe de redacción de Letras Libres. Tiene razón. Durante una semana no hubo un solo gesto de apoyo de los grandes negocios de salud. Los hospitales donde el enfermo es visto como un cliente despersonalizado que debe pagar por el hilo de sutura, la caja de kleenex que no pidió y las largas horas de estacionamiento (que siempre es un "negocio aparte", nunca una cortesía para los que ahí se alojan) podrían haber ofrecido asesoría, consultas o análisis gratuitos. No hablo de poner en riesgo sus ganancias, sino de dar una señal simbólica. Si uno de los grandes hospitales privados hubiera brindado 10 camas solidarias, habría mandado un mensaje de que no todo depende de la usura. Tener seguro médico en Europa significa presentar una tarjeta al ingresar a un hospital y no desembolsar nada. Tener seguro médico privado en México significa pagar una fortuna y luego luchar con el seguro por un reembolso. La crisis se prestaba para mostrar que detrás de tantas facturas hay sangre en las venas.

Muchas empresas tuvieron pérdidas y aguantaron el embate. No es algo fácil. Sin embargo, hubiera sido espléndido que mostraran algo más: preocupación por el País (lo cual, dicho sea de paso, es buena publicidad). En un momento en que la población estaba recluida, los comercios podían hacer cosas menores pero significativas, como regalar cubrebocas. Telmex instaló un servicio de orientación sobre la influenza. También podría haber instalado un locutorio con llamadas gratuitas de larga distancia. Los bancos, tan inventivos en sus comisiones, podían abrir líneas de crédito en solidaridad con los enfermos. El Palacio de Hierro, que nos despierta el sábado a las ocho para decirnos que ese día tiene ofertas, podía donar camas y otros muebles a hospitales públicos. Hablo de gestos que no solucionan el drama pero revelan que a alguien le importa. ¿Existe la solidaridad social de las empresas o su marca registrada es el egoísmo?

Más allá de la epidemia hay algo más preocupante: la realidad.

Érase una vez un país precario donde la gente sobrevivía a base de cloro y mayonesa.


03 mayo, 2009

Chiapas (Pedro Guerra)


… y miren lo que son las cosas
porque para que nos vieran
nos tapamos el rostro
para que nos nombraran
nos negamos el nombre
apostamos el presente
para tener futuro
y para vivir
morimos…



29 abril, 2009


El rockstar del momento (y también presidented de EU) cuenta por estos días con una popularidad que ya quisieran tener algunos funcionarios de nuestro país. Sin embargo por su forma de actuar, quizá el apodo que mejor lo caracterice sería el de "negrito de mis amores" porque como en la canción a todos les dice que sí pero no les dice cuando. Lo que no deja de ser una práctica preferible a la forma de actuar de Bush.
Para comprobar den un vistazo al texto de Castañeda en El País:
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TRIBUNA: JORGE CASTAÑEDA
¿Quién embaucó a quién?
JORGE CASTAÑEDA 29/04/2009
El País
No cesan las paradojas en el nuevo mundo valiente de la crisis. Todos, absolutamente todos, se felicitaron por el tenor de la Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad hace dos semanas, por la nueva política hacia América Latina de Barack Obama y por la nueva dignidad latinoamericana.
Todos, salvo dos: la derecha estadounidense y Fidel Castro, extraños compañeros de trinchera. Para entender este sorprendente giro geopolítico es preciso explicar lo que sucedió durante el periplo del nuevo presidente norteamericano, o por lo menos sugerir un par de hipótesis. Ya después veremos por qué Fidel y conservadores como Newt Gingrich comparten el mismo descontento.

Una de dos: o bien Obama pecó de una increíble ingenuidad en su trato con los líderes latinoamericanos reunidos en el Caribe (y antes de ello, con el presidente Felipe Calderón en la capital mexicana), o bien les tomó perfectamente la medida.

La primera posibilidad es la más obvia, y menos verosímil. Debido a su bisoñez, Obama se habría comprometido con la guerra optativa de Calderón contra el narco, con la probidad, eficacia y perseverancia de sus colaboradores, con la comentocracia mexicana que se deshizo en elogios al nuevo ocupante de la Casa Blanca. No habría entendido que así como Calderón emprendió su cruzada por motivos estrictamente políticos, la puede suspender por los mismos; que al igual que con sus predecesores, los "valientes y honestos" luchadores contra la droga de hoy pueden resultar ser los cómplices de mañana, y que el anti-americanismo proverbial de las élites mexicanas (intelectuales incluidos) volverá por sus fueros a la menor provocación.

En cuanto al llamado eje del bien (Chávez, Morales, Ortega, Correa y Lugo), habría sucedido lo mismo. Le dieron a Obama por su lado, después, por supuesto, de haberle leído la cartilla sobre todos los pecados habidos y por haber cometidos por Estados Unidos en América Latina. Chávez no se comprometió a dejar de apoyar -según fuentes oficiales colombianas, más que nunca- a las FARC en Colombia y al FMLN en El Salvador (mas no a Mauricio Funes), ni a restaurar los programas de cooperación con Washington en la lucha antinarco, ni a dejar de nacionalizar a empresas nacionales y extranjeras sin compensación (el caso de la mexicana Cemex, entre otras), ni a cesar de cerrar medios de comunicación, ni a perseguir a opositores, ni a pervertir al poder judicial. Morales no se comprometió a suspender su apoyo al cultivo de hoja de coca, ni a volver a acoger en Bolivia a un embajador de Estados Unidos y al equipo antidrogas de la DEA; Correa, de Ecuador, noaceptó mantener la base de la DEA en Manta. Y Ortega ni sueña con detener su persecución de opositores, su involucramiento con los salvadoreños y sus diatribas antiamericanas.

Y sobre todo, ninguno de los mencionados, ni los más sensatos como Lula, Calderón, Bachelet, etcétera, jamás le pedirán a La Habana que ponga su parte en la danza de concesiones mutuas con Washington: ni que abrogue el impuesto sobre remesas, ni que libere a los presos políticos, ni que suprima la tarjeta blanca y la prohibición de viajar, ni mucho menos que negocie la devolución o compensación de las propiedades americanas expropiadas en 1959-1962. Nunca aceptarán que, de la misma manera que presionan, con razón, a Obama para que levante unilateralmente el embargo a Cuba, deben hacerlo con Castro para que por fin se establezca un régimen democrático en la isla. En esta hipótesis, los latinoamericanos le habrían visto la cara a Obama, y éste, con toda inocencia, se habría dejado embaucar.

Huelga decir que la hipótesis alternativa se antoja mucho más creíble. Consiste en pensar que fue Obama quien les tomó el pelo a los latinoamericanos, al comprender que por muy izquierdosos que sean unos, y muy modernos que parezcan otros, esta camada de líderes de la región conserva el perfil ortodoxo, incluso clásico, del político tercermundista. Con algunas palmaditas en la espalda, algunas palabras consabidas y fatigadas, y un lenguaje corporal apropiado, se dan por muy bien servidos.

Como dijo Teodoro Petkoff, el ex guerrillero venezolano, "Chávez terminó calificando la reunión como 'casi perfecta'. Y todo porque Obama le dio la mano y cruzó unas palabras con él. Está visto que Chacumbele no aguanta una picada de ojos de un presidente gringo". Desde tiempos inmemoriales, los iberoamericanos le profesan una verdadera reverencia a "lo dicho" y a las formas, al contrario de los norteamericanos, para quienes "prometer no empobrece". Para los nuestros, la sustancia es secundaria; los ritos, todo. Obama los observó con creces. Dijo cuantas veces fue necesario que venía a escuchar y a aprender; que no había socios menores ni mayores en la zona, sino iguales, y que él buscaba ante todo brindarle respeto a sus colegas, aun cuando no coincidiera con ellos.

Claro: no se comprometió con Lula a levantar el embargo a Cuba, o el arancel sobre el etanol, o a apoyar su pretensión de ocupar un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU; no se comprometió con Álvaro Uribe a buscar la aprobación del Acuerdo de Libre Comercio con Colombia; no se comprometió con Calderón a restaurar la prohibición de la venta de fusiles de asalto o a incrementar la Iniciativa Mérida; ni con los centroamericanos y caribeños a proponer una reforma migratoria integral. Es decir, se limitó a sonreír para la foto con Chávez, a escuchar impávido y estoico la arenga de Ortega, a recibir libros del siglo antepasado, y a solidarizarse con Evo en la denuncia de atentados indemostrables. Nada más.

Gracias a todo ello, fue fuertemente aplaudido por los latinoamericanos y severamente criticado por su derecha interna... y por el único líder latinoamericano que ha superado, a un costo inaudito para su país, los tradicionales complejos de los políticos del área: Fidel Castro.

La oposición conservadora de Estados Unidos le ha reclamado a Obama dejar pasar insultos y ofensas contra sus predecesores (desde Bush hasta Kennedy, y a diferencia de Zapatero y Juan Carlos I), ser demasiado cordial con Chávez sin plantear un solo tema de la agenda propia, y permitir que lo sermonearan ad náuseam sin jamás responder. Fidel Castro, por su parte, le enmendó vigorosamente la plana a Obama... y al boquisuelto de su hermano, que cometió varios pecados discursivos imperdonables. Éste es el meollo del asunto.

En su reflexión del 22 de abril, el Castro mayor subrayó que "el presidente interpretó mal la declaración de Raúl" al pensar que cuando dijo en Venezuela, el 15 de abril, que "todo está sobre la mesa", incluyendo derechos humanos, presos políticos, migración, narcotráfico, etcétera, hablaba en serio.

Obviamente, no: la mera mención por Raúl de "presos políticos", por exaltado que se encontrara (basta ver las imágenes de los ocho minutos de su discurso en YouTube para entenderme), constituye una herejía para Fidel. Jamás ha aceptado la existencia de presos políticos en Cuba, ni piensa hacerlo. Tampoco, por supuesto, aceptó eliminar el impuesto sobre las remesas, ni, según portavoces oficiosos, la llamada "tarjeta blanca" para salir de Cuba. En otras palabras, le recetó a Obama lo que los franceses llaman "une fin de non-recevoir": nada de nada.

Para los latinoamericanos, bastaron carisma, cordialidad y cariño; para Fidel, sólo bastará que Obama se rinda, se disculpe, y pague la penitencia por los pecados de sus predecesores. El mandatario estadounidense sedujo a sus colegas presentes en Puerto España, salvo al que no es su colega, y que estaba ausente.

11 abril, 2009

¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?


¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.



Gonzalo Rojas





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Gracias Maricela por compartir el texto.

05 abril, 2009

Poema XV

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.


Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.


Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Pablo Neruda

04 abril, 2009


No publico porque ya publiqué lo que tenía que publicar. Todo lo que he escrito después quedará ahí, no en el anonimato, pero sí en la oscuridad. Quiero que se me entienda que el grueso de mi obra está hecho. Que queda ahí. Ha sido premiada muchas veces y no me disgusta que sea reconocida. Me alegra que se vea que he sido una persona que no ha perdido el tiempo en todo. Y que se sepa también que no soy un literato mamón. Soy un literato que sabe vivir. Tengo un gusto por las sílabas contadas y un gran amor por la vida.

-¿Qué es un literato mamón?

Es un literato apretado. El escritorcito que llega a apantallar es un mamón y además un imbécil. Hay que saber dividir la vida. Yo soy muy rápido para ver el mundo y desde un principio supe dividir mi vida intelectual de la social. No voy a hablar de literatura con todos.


Alí Chumacero

28 marzo, 2009

Crónica

Brecht por Parchís


Hay hombres que luchan un día y son buenos….
pero hay quienes luchan toda la vida,
ésos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht





Después de algunos intentos el Parchís no contestó.

A un costado del Teatro Juárez, un pequeño grupo de personas escuchaba, un tanto obligado, el discurso adelantado del alcalde acerca del día internacional de la mujer. Cuando terminó, una estudiantina (tuna, como hasta hace poco supe que se les dice) comenzó una callejoneada matutina y fuera de rutina.

Recorrimos los estantes de artesanías en el parque: morrales, collares y pulseras de piedras, semillas, hilos, hasta que la botarga de un condón de sonrisa insinuante nos detuvo. “Con-dón (sic) Parchís, el placer de aprender”, decía la tarjeta de presentación que recibí de manos del propietario del estante y su esposa. El fondo de la tarjeta era de un color negro que se difuminaba hasta terminar en la foto de un escote C, cuando menos. De inicio, no llegué a saber si se trataba de una clínica de sexología o solamente de una sex shop, aunque los aceites de sabores a la venta –que activan una extraña sensación de calor en la piel al mínimo contacto con el aliento–, las plumas con formas de genitales, los mismos condones y algunos pequeños, pero ingeniosos juguetes, pudieran alejar mi criterio de la objetividad e inclinarlo hacia la segunda opción.

Como es de suponerse, Parchís no se llama Parchís, sino Emanuel; pero al momento de presentarse nos comentó que la fama de su apodo superaba por mucho al de su nombre real. Quizá le sucedió algo similar que al Amigo, amigo de la secundaria que por ofrecer abiertamente su amistad el primer día de clases con la frase “quiero ser su amigo”, sin saberlo, se tatuaba el mote que todavía algunos recordamos más de seis años después. Resulta curioso –hasta intrigante– saber cómo fue que Emanuel cambió las fichas roja y azul por preservativos, también de colores, y los integrara a su modus vivendi.

Una vez que terminó el evento, el alcalde recorrió también la pequeña muestra de artesanías. Puedo suponer que el mismo impulso moral que lo llevó a intentar clasificar los besos en público y censurar aquellos que desbordaran los límites de la decencia (con o sin lengüita), fue el mismo que lo hizo evadir el estante de Parchís. Él, hábil, nos provocó: “¿por qué no lo piden una foto?” Nosotros –me acompañaban Humberto y Ale– lo hicimos. Pero astuto, el alcalde, colocó a su fotógrafo de espaldas al condón sonriente.

Luego de estrechar las manos con la autoridad y recibir su bienvenida al saber que éramos turistas, caí en cuenta que lo de Parchís es una lucha, una misión y una esperanza a la vez: echar a andar un negocio que tiene como principal combustible el erotismo y el cachondeo en una ciudad donde se quiso prohibir el primer asomo de éstos.

Por la noche, en el Botañero, un baresito del “Pelón” (amigo de Parchís), intentamos localizar a Emanuel y a su esposa por el celular. No quisimos insistir demasiado. Con un negocio así, es difícil seguir la filosofía mercantil de no consumir los productos propios.


Gibrán Domínguez

20 marzo, 2009

A Jaime

Ayer se cumplieron 10 años de la muerte de Jaime Sabines, el poeta mexicano más leído, aunque no por ello el mejor. Aquí un poema suyo para recordarlo leyéndolo.

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LA LUNA


La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir

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Pon una hoja tierna de la luna

debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas

18 marzo, 2009

Hacia el estado de naturaleza

La teoría iusnaturalista concibe al Estado como el producto de un pacto entre hombres que deciden dejar el estado de naturaleza para conformar así una sociedad civilizada y artificial por su origen, contraponiéndose, de esta manera, a la teoría aristotélica sobre la naturaleza política del hombre. Tal contrato y el momento de su acuerdo, más que un hecho histórico documentado, son un caso hipotético para explicar el origen y función del Estado, así como la subordinación de los contrayentes a él. 

No sucede lo mismo con el llamado “estado de naturaleza”, que si bien no se refiere específicamente a una etapa prehistórica de la humanidad, su existencia se puede constatar en este clima de incertidumbre que enfrenta nuestro país. De todos los monopolios, el del uso de la fuerza debería corresponder exclusivamente al Estado. Sin embargo, y al más puro estilo capitalista, éste enfrenta una libre competencia de la que parece no saldrá bien librado. El ambiente de inseguridad que hemos venido viviendo en toda la república –ejecuciones, “levantotes”, secuestros, entre otros sucesos a los que tristemente nos hemos acostumbrado (véase Sin aires de asombro en El Grito Nº 16)– demuestra un poco el desconocimiento de la doctrina y mucho una situación cargada de factores sociales (desigualdad, desempleo, etc.) cuyas soluciones no pueden aguardar más. Se cae a pedazos, también, el “Estado de Derecho” donde su incumplimiento carece de sanciones tangibles y su obediencia parece no tener sentido. En suma, el Estado se ve desbordado: el contrato social rousseauniano está siendo rescindido por un número cada vez mayor de sus contrayentes hipotéticos. 

México vive, pues, una etapa de retroceso al estado de naturaleza del hombre. Etapa donde la geografía es controlada por los cárteles de la droga en constante conflicto, que dejan día con día cuerpos con el tiro de gracia o bien, decapitados, en cantidades que algunos días llegan a superar los decesos por ataques en Afganistán o Irak. Etapa donde los mensajes de las “narcomantas” proporcionan mayor información que las averiguaciones de cualquier instancia policíaca y evidencian la nula capacidad de acción de un gobierno por demás endeble. Y donde los secuestros han dejado de ser, desde hace mucho, un padecimiento de las clases altas. 

La ingobernabilidad en México ha tomado dimensiones doctrinales: estamos materializando el status de naturaleza (un estado de “todos contra todos”, según Hobbes) que existía únicamente como hipótesis, como mito, mediante la negación del Estado –reflejada principalmente por la inseguridad–, producto de un pacto también inexistente. Es, entonces, una negación que sostiene. 

 Postmiseria es el término que acuñó Marcos William Herbes “Marcola”, para describir los hechos. Me viene a la mente un fragmento de la hora del diablo de Pessoa (UANL), cuando después de ser cuestionado de cómo se puede sostener algo negándolo, el Diablo responde: “Es la ley de la vida, señora mía. El cuerpo vive porque se desintegra… el alma vive porque es perpetuamente tentada...” 

Gibrán Domínguez 

14 febrero, 2009

poesía escrita en la pasta de un libro mientras estaba encerrado en un VIPS por la lluvia

Desde dos lados lejanos
las coincidencias se empalman
y los que pudieran ser
ligeros destellos de destino
aclaran la certeza
de lo incierto de dos almas

23 enero, 2009

Mirar la historia con ojos propios

De inicio, esta reseña se iba a publicar en una revista que no me acuerdo cómo se llama y que es del DF, pero al final ya no se pudo. Sin embargo, se acaba de publicar en la revista "Vida Universitaria" de la UANL y por ello es que la comparto con ustedes.

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Los americanos nos miramos a nosotros mismos con ojos prestados. Con aquella mirada –impuesta por la Europa colonizadora y aceptada sin mayor gesto por la América colonizada– que nos atribuía un grado inferior, una incompetencia natural, un afán inventado por admirarlos e imitarlos. Esa misma mirada con la que los enciclopedistas discutían sobre el “buen salvaje” americano, mientras fray Servando, víctima del exilio, descubría y describía las realidades de un continente arrogante y, en muchos sentidos, decadente.

La crítica del fraile dominico consistió, precisamente, en ver a la Europa con ojos propios, desde una perspectiva de iguales que pocos se animaban siquiera a enunciar. Una mirada que cuestionaba la supuesta civilidad de un imperio al que además había que pagarle tributos y aceptar sus órdenes sin que conociera mínimamente la realidad de sus colonias. Para fray Servando los salvajes eran ellos. Y los relatos de la realidad vista por él en el viejo continente tenían la intención de “abrirle los ojos” a los novohispanos a efecto de que juzgaran y criticaran también a sus colonizadores, que no veían en la Nueva España sino un medio para seguirse enriqueciendo.

Desde aquel discurso que consideraba la evangelización de las tierras americanas por propia mano de Santo Tomás Apóstol –encarnado en el mismísimo Quetzalcóatl– anterior a la llegada de los españoles, negando así la justificación de la conquista del nuevo continente; pasando por las intensas negociaciones durante las Cortes de Cádiz, hasta llegar a los combates junto a Francisco Javier Mina a favor de la independencia de México, fray Servando sostuvo firmemente una convicción: procurar el estatuto de igualdad entre Nuestra Señora de Guadalupe y la del Pilar, entre americanos y europeos. Fue esta idea, en general, la que llevó a la emancipación de México del viejo continente.

Y es Susana Rotker, con esta invitación que hace al lector a “mirar la historia al revés”, quien despoja a fray Servando de sus vestiduras anecdóticas (siete escapes de prisión o una momia deambulante no son un cualquier pretexto) y lo ubica dentro de una dimensión más justa: como uno de los creadores de una teoría poscolonial para América Latina. En el texto, Rotker –acreedora del Premio Casa de las Américas en 1991– concibe a Mier y Noriega como “un personaje de transición”, situado entre la represión política, cultural y religiosa en la que nace y la convulsión insurgente de la que fue partícipe, pero sobre todo, como actor elemental de “esa etapa madre y padre de los proyectos del país.”

La versión traducida del inglés de Fray Servando: la mirada americana, que sirviera como prólogo de las Memorias del padre dominico y que publicó la Oxford University Press, iba a ser publicada por la Universidad Autónoma de Nuevo León hasta que una invitación a Tomás Eloy Martínez para escribir la nota sobre la autora, destapara la noticia que el texto original de Rotker permanecía inédito y escrito en español. Esta es la versión a la que el lector se acercará.

Gibrán Domínguez

Fray Servando: la mirada americana; Susana Rotker, Cátedra Fray Servando Teresa de Mier / UANL, México, 2008, 107 pp.


12 enero, 2009

Nosotros, los líderes

JOAQUÍN ESTEFANÍA 12/01/2009 *EL PAÍS.
............................
Esta semana se cumplen dos meses de la reunión del G-20 en Washington, convocada para crear una nueva arquitectura financiera global y luchar contra la recesión. Desde entonces, apenas hay noticias de las decisiones que allí se tomaron mientras avanza, con rapidez y profundidad desconocidas, una crisis que por primera vez no hace excepciones con parte alguna del planeta. La siguiente cumbre del G-20 tendrá lugar en el mes de abril, en Londres, y la pasada semana el primer ministro francés, Nikolas Sarkozy, y la canciller de Alemania, Ángela Merkel, anunciaron que los miembros europeos de ese club se verán previamente en Berlín para que Europa tenga una voz única en aquella.
.
Sarkozy y Merkel se juntaron en París para asistir a un seminario titulado Nuevo mundo, nuevo capitalismo. En su intervención, la canciller germana explicó que de la misma forma que existe un Consejo de Seguridad en la ONU (el que ha sido incapaz de detener la masacre de palestinos en el campo de concentración de Gaza), debería haber una suerte de Consejo Económico Mundial que vele por la estabilidad financiera, o una Declaración Universal para una Economía Razonable, similar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Seguramente sin saberlo, Merkel copiaba de modo literal una propuesta inatendida que, justo 10 años antes, también en París, hizo el ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, padre de la actual líder del socialismo francés, Martine Aubry. Así pues, una década perdida en lo relacionado con la regulación de las finanzas internacionales que, de haberse estudiado entonces, quizá hubiese evitado los efectos más lacerantes de la crisis actual.

En un seminario sobre el euro, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, Delors propuso la creación de ese Consejo, que "establezca las bases del sistema económico de la era de la mundialización, para el que todavía no se ha encontrado una solución satisfactoria". En él estarían representados no sólo los países del G-7 (todavía no se había añadido Rusia), sino organismos regionales tales como el Mercosur, en América Latina, o la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), etcétera. No podría ser una especie de G-7 ampliado, pues no lo toleraría el mundo, ya que se daba la contradicción de que entre EE UU, la UE, Canadá y Japón poseían alrededor del 75% del PIB mundial pero representaban a menos del 20% de la población.
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En cuanto a la Declaración Universal para una Economía Razonable, eso es lo que pretendió el Consenso de Washington con los resultados conocidos por todos. La dificultad está en que en economía es difícil consensuar lo que se entiende por razonable, si a ello se incorporan materias tan centrales como la redistribución de la renta y la riqueza.

La reunión del G-20 en Washington hizo a su final un comunicado, iniciado por el ampuloso encabezamiento de "Nosotros, los líderes del grupo de los veinte", en el que se establecía un catálogo de propuestas, divididas en dos fases: medidas inmediatas y a medio plazo. De las primeras, no se sabe nada: el gasto de los gobiernos para combatir la crisis es insuficiente y no está coordinado; la ronda de Doha para liberalizar el comercio internacional sigue desactivada; no hay nuevas normas contables; de la regulación financiera, ni rastro; las agencias de calificación de riesgo siguen autorregulándose (hiperactivas ahora, frente a su pasividad de antes); el Fondo de Estabilidad Financiera, que parecía llamado a jugar un papel más significativo, continúa sin ampliar el número de sus socios (no está España, como tampoco está en el G-20); etcétera.

Antes de morir, en abril de 1945, el presidente demócrata de EE UU, Franklin Delano Roosevelt, propició dos conferencias con las que trató de crear el nuevo orden internacional, tras las guerras mundiales: la de Bretton Woods, que significó la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; y la de Dumbarton Oaks, que dio lugar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A la luz de los conflictos en este comienzo del año (Gaza, la guerra del gas, la recesión económica, etcétera) no parece que las estructuras que gobiernan al mundo desde mediados del siglo pasado sean hoy eficaces ni representativas. ¿Tendrá tiempo Obama, hijo político predilecto de Roosevelt, de abordar también este problema?