Foto: Fátima Rodríguez

14 diciembre, 2008

El discurso que no tuvimos (bueno, más o menos)

º Estimados padres de familia
º Compañeros maestros
º Lic. Felipe de Jesús Cantú.
º Alumnos, que aunque egresados, siempre lo seremos.
º Amigos todos.


Paso al frente como el portavoz de un cúmulo infinito de ilusiones que esta noche celebran el inicio de una nueva etapa de su vida. Etapa de grandes retos, de grandes esfuerzos, pero sobre todo de grandes sueños.

Me encargaron, mis ahora colegas, que antes que nada hiciera extensivo el agradecimiento a los padres y familiares. A ellos, de los cuales, algunos han desafiado las distancias de nuestra extensa república con la firme convicción de estar aquí, acompañándonos. Y pensar que apenas ayer zurcían los pantalones en las noches o hacían trenzas en las mañanas con tirones que espantaban el sueño más eficientemente que cualquier baño de agua fría.

A ellos, de nuevo mil gracias. Por su eterna paciencia, por sus consejos, por sus desvelos, por sus regaños de los que apenas ahora comenzamos a darnos cuenta que contenían mucho sentido y mucha razón. Pero sobre todo por su cariño y su confianza, por sabernos capaces (antes que nosotros mismos) que podíamos y podemos llegar alto.

No se escapan de mis palabras los profesores. Gracias, sinceramente, por forjar el conocimiento en nosotros a pesar de las faltas colectivas en días NO festivos o de las tareas que algunas veces, o mejor dicho, muchas veces no hicimos. Por sus clases, que más que eso fueron ventanas que permitieron ver un poco más allá de las paredes. Esperamos algún día contribuir en nuestra sociedad, tanto como lo hacen ustedes.

Queridos Maestros, que tienen en su diaria actividad la misión que hace algunos años les encargó el ilustre Alfonso Reyes y que me permito mencionar:

Vosotros, los llamados a incorporar en sistema y programa tan vasta aspiración, maestros de Monterrey, crear pieza a pieza una nueva entraña, un corazón subsidiario, un alambique de sutiles esencias para provecho de todo el ser mexicano. En ello os asistan vuestras luces, vuestra experiencia, y la visión de una patria más grande y, por eso mismo, más humana y más universal.”

Por último, quisiera dirigirme a ustedes compañeros… “licenciados”, como desde hace poco dicen nuestros nombres en el Messenger. También para agradecerles los momentos que pasamos juntos y por el aprendizaje recíproco y constante, pero sobre todo, para crear un pequeño momento de reflexión acerca lo que nos espera por delante:

Entramos ahora a ser parte de una estadística, de un porcentaje tan reducido como privilegiado de jóvenes con un nivel de educación superior. Cinco por ciento para ser más o menos precisos.

Creo también que ser de clase media en un país con cuarenta millones de pobres es ser privilegiados, y los privilegiados tenemos la obligación de regresar algo al país que nos ha permitido tener esa posición. Porque ¿de qué sirve la experiencia, el conocimiento, el talento, las licenciaturas, si no se hace con ello un país más justo? ¿Para qué sirve la educación si no se ayuda a otros a obtenerla?

Debemos de tener el coraje moral de NO ser ciudadanos “recipientes” acostumbrados a recibir el vale, el favor, la despensa o peor aún, la mordida. El coraje de no caer en el ensimismamiento porque no podemos ni debemos caminar solos. Debemos buscar, como dijo Reyes, esa afinidad de electricidades contrarias, de atracción de lo diferente por lo diferente, esto –amigos– es la colaboración.

Es cierto, egresamos en una etapa de crisis tanto económica como social. Pero no por ello debemos atemorizarnos. Porque frente a los motivos de cerrar los ojos están los motivos para abrirlos, frente a los motivos de perder la fe, están los motivos para recuperarla.

Aquello que nos atemoriza habremos de transformarlo en áreas de oportunidad, en lugares donde colocar el optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la inteligencia. Y con ese mismo optimismo, espero, que cada uno de los presentes haga al salir de aquí una pequeña, aunque sea pequeña, declaración de fe. Porque cuando todos y cada uno se esfuerzan por realizar a conciencia el inmediato deber que les compete, los problemas sociales quedan automáticamente resueltos en una inmensa proporción.

Por cuanto, no puede haber más felicidad que cerrar cada noche el ciclo de un propósito cotidiano y amanecer a cada mañana con aquel temple que sólo da lo que la frase hecha llama tan bien: el sueño de los justos.

Recordemos, como relacionistas internacionales y como ciudadanos, que nosotros somos los verdaderos países, NO los límites demarcados en los mapas, ni los nombres de los hombres poderosos.


“Alentar la flama de la verdad”, dicta el lema de nuestra universidad. Una flama que debe permanecer en nuestro actuar como los universitarios que siempre seremos. Por ello, es que los exhorto, en el inicio de esta nueva etapa, a que protejamos ese fuego interior, como protege la mano amorosa la llama contra el viento.



Concluyo compartiendo con Raúl Rangel Frías el mismo sentimiento y convicción de su frase celebre:

“Tengo para mi, en los años universitarios, los mejores de mi vida

Por su atención, muchas gracias.
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Por cierto, lo leyó Aleida (y muy bien, cabe decir)

04 diciembre, 2008

40 años después...

Acuerda el Senado que el 2 de octubre sea considerado día de “duelo nacional”

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Víctor Ballinas y Andrea Becerril
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A 40 años de la matanza de Tlatelolco, el Senado aprobó ayer modificaciones legales para reconocer el 2 de octubre como una fecha de “duelo nacional”, por lo que cada año ese día se izará la bandera a media asta en escuelas y edificios públicos, así como en las sedes de las representaciones diplomáticas y consulares de México.
En el dictamen elaborado por las comisiones de Gobernación –que preside el priísta Jesús Murillo Karam– y de Estudios Legislativos –encabezada por el panista Ricardo García Cervantes–, a la iniciativa que presentó el senador perredista Pablo Gómez el 19 de abril de 2007, destacan que “se trata de un reconocimiento histórico trascendente por parte del Estado mexicano de su responsabilidad en una acción brutal de ejercicio desmesurado de su fuerza represiva, durante un régimen político cerrado al respeto de las libertades ciudadanas”.
Ambas comisiones sostienen que el dictamen que se sometió a votación del pleno “sería un medio idóneo para sufragar un adeudo histórico con la sociedad mexicana, pero se trata también de reconocer aquel hecho como un hito en la ruptura de un sistema político obsoleto, fraguado sobre cimientos formales con las instituciones de la democracia política de la modernidad –soberanía residente en el pueblo, representación popular, división y equilibrio de poderes–, pero sostenido por mecanismos reales de poder autoritario”.
Resaltan en las consideraciones del mismo que es acertado el objetivo de la iniciativa de mérito”. Se trata de hechos históricos que se reconocen, cada vez con mayor amplitud, como un símbolo que permanentemente nos recuerda aquello que no debe volver a suceder en el camino que cotidianamente trazamos para alcanzar un sistema político, económico y social efectivamente democrático.
Las comisiones dictaminadoras precisan que “no se trata de otorgar al movimiento estudiantil del 68 un lugar en la historia, pues éste ya le pertenece, como tampoco de renacer o avivar una confrontación entre ciudadanos y gobierno. Por el contrario, “se propone dar un reconocimiento oficial al hecho histórico como elemento de conciliación ante la persistencia de una memoria fúnebre de los hechos”.
Pablo Gómez, autor de la iniciativa, propuso en tribuna una modificación a la Ley de la Bandera y el Escudo Nacionales, “a efecto de instituir a media asta el lábaro patrio en señalar de luto el 2 de octubre de cada año.
“El objetivo de esta iniciativa, contenida en el dictamen, es que el Estado mexicano dé un paso muy importante en el reconocimiento de hechos del pasado que se dieron en el marco de la lucha por la democracia, y que desgraciadamente concluyeron en represiones violentas”. Es obligación del Estado actual hacerlo de forma institucional”.
Su propuesta ante el pleno fue modificar el texto que decía: “2 de octubre, aniversario de las víctimas por la democracia de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, 1968”, por “2 de octubre, aniversario de los caídos en la lucha por la democracia en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en 1968”.
Desde la tribuna, el perredista aseveró: “hace semanas, el 2 de octubre yo leí aquí la lista conocida de los caídos, y leí también los nombres de los militares que cayeron ese día en la Plaza de las Tres Culturas. Ellos también fueron víctimas de una acción represiva; no olvidamos tampoco a los que perdieron la vida en esa acción”.
El 2 de octubre es un día que forma parte de la memoria histórica del país, quiérase o no”, aseveró, y añadió: “lo que tratamos de recordar es una fecha luctuosa que está en la conciencia nacional, en la búsqueda de algo también en la conciencia actual de las generaciones vivas, que nos lleve a que nunca más se repita un hecho como éste. Esa es la idea. No debemos darle la vuelta a la hoja sin leerla antes completa. En eso estamos y creo que este puede ser el primer paso de la lectura, desde el punto de vista del Estado”.
El dictamen, con la modificación propuesta por el senador perredista, fue aprobado por 77 votos en favor de todas las fuerzas políticas, seis abstenciones y ningún voto en contra.

29 noviembre, 2008

Al respecto del calentamiento global

'Aquí es texcoco'

Juan Villoro / El Norte / Viernes 28 de noviembre

El método mexicano más conocido para detener el cambio climático consiste en enterrar un cuchillo al pie de un árbol.
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Fui testigo de este recurso ambiental en la boda de Sarita, hija de mi amigo Rubén. Nos reunimos en uno de esos jardines excesivos para el Distrito Federal que subsisten como espacios de alquiler para festejos o telenovelas.
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De acuerdo con Rubén, la perfección ocurre a la intemperie. Tal vez esto venga de los meses en que vivió desnudo en las playas desiertas de Zipolite o se remonte al inconsciente colectivo y las guerras floridas de los aztecas. El caso es que es capaz de decirte: "¿Ir a tu casa para estar encerrados?". Hay que pedirle perdón por invitarlo entre cuatro paredes.
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Desde hace años habla de hacer un viaje a Alaska, donde piensa cederle el paso a los osos. En vez de cumplir ese anhelo, propone que vayamos a nadar a Las Estacas, reserva natural donde su amistad ya produjo alguna pulmonía.
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Rubén vive según la hipótesis de que México es un país primaveral. Cuando Sarita le dijo que se casaría en octubre, la fecha le pareció genial porque le recordó unos versos de amor de Homero Aridjis: "Es tu nombre y es también octubre/es el diván y sus ungüentos", etcétera.
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La mente de mi amigo se pobló de jacarandas, que florecen en abril, y desdeñó lo que el calentamiento global produce en un país que no sigue el compás de los otros: un invierno exprés. La boda tendría lugar entre el frente frío número 8 y el número 9. Chacho, que lleva estadísticas de todo, le dijo que además podía llover.
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Como desde hace 30 años renunciamos a que Rubén cambie de opinión, hicimos coperacha para rentar una lona que incluía seis agradables calentadores. Cuando supo lo que tramábamos se ofendió mucho. Sospechó que queríamos ahorrarnos el regalo de bodas (en esto había algo de cierto: los novios tenían una inmoderada "lista de regalos" en un almacén de prestigio y ya sólo quedaba un motor Yamaha 300 para una lancha o la lancha misma).
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A pesar del apoyo que recibimos de su mujer, Rubén rechazó la lona. Y no sólo eso: responsabilizó a Chacho de que no lloviera.
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-Tráete tu cuchillo -le dijo.
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Esa arma tiene historia. Su hoja bravía ostenta un mensaje: "Aquí es Texcoco". Chacho la ha enterrado en muchos lugares que no son Texcoco. Con ese recurso salvó un jaripeo en Tequisquiapan y logró que unos juegos florales llegaran a su fin sin recibir una gota, a pesar de las nubes que prometían lo contrario.
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Chacho se presentó en el jardín una hora antes de la ceremonia. Inspeccionó el sitio con el aire de experto que sólo puede tener alguien que no sabe nada de plantas, pero mira las hormigas con mucho interés. Finalmente, localizó un arbusto que a falta de mayores informes le pareció un rododendro y decidió que ahí fuera Texcoco.
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Tres horas después estábamos empapados. Toda tecnología se vuelve obsoleta y hasta al cuchillo de Chacho se le acaba la suerte.
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Como es lógico, Rubén no pensó que hubiera sido mejor rentar una lona: -¡Hubieras traído otro cuchillo! -le reclamó a Chacho.
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Ésta fue la escena preliminar de algo que me atormenta. Pocas semanas después, los Martínez Carrión nos invitaron a algo que llaman "un asado" y semeja una deportación a Siberia.
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-Hay que ir de abrigo -le dije a mi esposa.
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Pepe Martínez Carrión ha descubierto que es sensacional comer arrachera a las 12 de la noche. Según él, la literatura fantástica argentina tiene su origen mítico en los bifes que se comen a deshoras y provocan sueños rarísimos. Quienes no deseamos soñar con el laberinto, el tema del doble ni la brújula que sólo indica al sur, vemos con desconfianza la dieta que nos propone. Y eso no es todo. Pepe desconoce el frío. Encapsulado en los humos de su parrilla, se sorprende de que los demás tiriten a la distancia y lo atribuye a que no hacemos dos horas de gimnasio ni nos bañamos con agua fría.
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-Te ves ojeroso -me dijo al saludarme.
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-No he podido dormir desde el último asado que me serviste -le dije.
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Esto no lo desanimó en lo más mínimo. Al contrario; ratificó su extraña concepción de la vida, donde no hay molestia que no sea buena: -¿Sabías que la gente longeva sólo duerme cuatro horas diarias?
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Le di la razón, pues en ese momento me sentía muy longevo. En el inclemente jardín todos teníamos 90 años. Todos menos Pepe, que atizaba el fuego con enjundia de voceador de periódicos.
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Fue un milagro que la conversación prosperara entre el castañeteo de dientes. En un momento en que el anfitrión no podía escucharnos, uno de los invitados me dijo en tono de pesadumbre: -Mi cuchillo no sirvió.
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No se refería al instrumento con que había rebanado la arrachera, sino al que había encajado al pie de un árbol. Una amiga que tenía una prima a la que le habían hecho una limpia exitosísima en Catemaco le dijo que la temperatura ambiental aumenta con ese truco.
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Le confesé que yo había hecho lo mismo. Después de la boda de Sarita, Chacho me regaló su cuchillo con el gusto que le da deshacerse de cosas inservibles a las que les tiene mucho cariño. A los pocos días llamó para decirme:
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-Recicla el cuchillo. Ya no sirve para que deje de llover, sino para que suban las temperaturas. ¡Por eso llovió en la boda! El frente frío se interrumpió y se armó un chubasco.
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La superstición es la forma más práctica de enfrentar los enigmas de la naturaleza. Esto significa que en el jardín de Pepe encajé el cuchillo de Chacho.
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Se lo conté al otro invitado. Él guardó un silencio grave, como si pensara en algo complejo o sufriera hipotermia. Finalmente dijo en tono sensato: -¡Claro! Los cuchillos no sirvieron porque uno anuló al otro. La próxima vez nos ponemos de acuerdo.
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México es tierra de paradojas: el calentamiento global hace que nos enfriemos. Mientras los glaciares se derriten buscamos remedios locales, como el cuchillo climático cuya hoja anuncia: "Aquí es Texcoco"

26 noviembre, 2008

Aprueba el Senado que enfermos terminales suspendan tratamientos

LA JORNADA
■ Evita la palabra “eutanasia”; los pacientes podrán recibir cuidados paliativos en sus domicilios

Aprueba el Senado que enfermos terminales suspendan tratamientos

■ No se trata de desconectar a quienes aún tienen posibilidades de vida, aclara el perredista Lázaro Monzón
■ Los afectados deberán autorizar por escrito y podrán retractarse en cualquier momento
Andrea Becerril ./26 nov

Con el aval de todas las fuerzas políticas, el Senado aprobó ayer reformas a la Ley General de Salud que conceden la llamada eutanasia pasiva, es decir, el derecho de los enfermos terminales a suspender el tratamiento curativo y recibir “cuidados paliativos” en su domicilio, hasta que llegue la muerte.
Con ello se evitará prolongar la agonía de un paciente con mal incurable e irreversible que es sometido a equipos artificiales y encarnizamientos terapéuticos, expresó en tribuna el presidente de la Comisión de Salud, el panista Ernesto Saro Boardman. Aclaró que en forma alguna se trata de un “suicido asistido”.
Concluyó así un proceso legislativo que se prolongó por casi dos años, luego de la fuerte polémica que provocó la idea de que se proponía legalizar la eutanasia o muerte asistida. La iniciativa fue aprobada en abril pasado en el Senado, pero en la Cámara de Diputados le hicieron un cambio, a fin de eliminar la objeción de conciencia por parte de médicos y personal sanitario, que quedan obligados a eliminar el tratamiento en caso de que el paciente en fase terminal, con una expectativa de sólo seis meses de vida, lo solicite.
En tribuna, el senador del PRD Lázaro Mazón, autor de una de las iniciativas dictaminadas, comentó que en forma alguna se pide a personal médico que falte a la ética, porque no se trata de desconectar o quitar el tratamiento a alguien que aún tiene posibilidades de sobrevivir.
La intención es evitar “el encarnizamiento terapéutico; retirar todo tipo de aparatos, de tubos por todos lados, que sólo prolongan el sufrimiento de quien ya no tiene remedio”.
Por ello, “es también una iniciativa de amor a nuestros seres queridos, ya que lo menos que queremos es morir con dolor y lejos de nuestra casa”, añadió el perredista.
El panista Saro agregó que las instituciones médicas “quedan obligadas a atender la parte emotiva, tanto de los pacientes como de sus familiares”.
En la reforma se precisa que la aplicación de la eutanasia, entendida como “homicidio por piedad”, está prohibida. Lo aprobado, detalló luego el senador Mazón, se parece un poco a la eutanasia pasiva, pero se quitó ese término del dictamen porque espanta a mucha gente.
La senadora panista María Teresa Ortuño subió ayer a tribuna para aclarar una y otra vez que lo aprobado no es la eutanasia. Los cuidados paliativos –dijo– no adelantan ni retrasan la muerte; se trata del derecho de una persona desahuciada a ir a morir a su casa, lo que hoy sólo pueden hacer quienes cuentan con recursos económicos, ya que deben pagar medicamentos.
En la minuta aprobada ayer con 84 votos en favor y una abstención –del senador del PRD Ricardo Monreal– se define como enfermo terminal a “la persona que tiene una enfermedad incurable e irreversible y que tiene un pronóstico de vida inferior a seis meses”.
Los enfermos terminales tendrán el derecho a dejar voluntariamente la institución de salud en que estén hospitalizados y recibir un trato digno y profesional, procurando preservar su calidad de vida. Podrán hacerlo por escrito ante dos testigos, aunque en casos de incapacidad del afectado para dar su consentimiento y en ausencia de familiares o tutor, la decisión será tomada por el médico especialista y/o por el Comité de Bioética de la institución de que se trate.
Al dejar el hospital podrá solicitar al personal que lo atendió que le sean suministrados fármacos y cuidados paliativos. Igualmente, el documento puede ser revocado por el paciente en cualquier momento.
Saro Boardman recalcó que la reforma a la Ley de Salud tiene que ver también con un sentido económico, ya que en las prácticas privadas de la medicina “en ocasiones los médicos se empecinan” en llevar tratamientos caros, que de nada van a servir al enfermo terminal, sino sólo le provocan mayor sufrimiento y a la familia gastos innecesarios, que lesionan su patrimonio.
Agregó que en el caso de las instituciones públicas, sucede con mucha frecuencia que enfermos terminales están conectados, por ejemplo, a respiradores artificiales y otros aparatos de los que hay pocos y no pueden utilizarse para salvar vidas.
Ha ocurrido –dijo– que en un sábado, un jóven que sufrió un accidente automovilístico llega a un hospital público con un pulmón colapsado y muere en un pasillo, porque los respiradores están ocupados todos, algunos por un enfermo desahuciado, que podría pasar sus últimos días en su hogar.
La minuta fue turnada al Ejecutivo para su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
Se protege la dignidad humana, afirma Córdova Villalobos
El titular de la Secretaría de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, aseguró que la reforma aprobada en el Senado es acertada, porque busca proteger la dignidad humana y garantizar que las personas con enfermedades terminales tengan el tratamiento que les ayude a mitigar el dolor.
En breve entrevista antes de encabezar la ceremonia de clausura del año académico de la Academia Mexicana de Cirugía, el funcionario señaló que la reforma legal nada tiene que ver con la eutanasia.

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comentario: habrá que esperar la decisión de la cámara de diputados

25 octubre, 2008

El cambio climático desde la perspectiva más sincera... la infantil









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La ONU lanzó una convocatoria para que los niños expresaran su sentir acerca del calentamiento global. Fueron muy atinados.

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23 octubre, 2008

Estación infame

Abraham Nuncio

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La primera noche dejaron la luz encendida hasta que amaneció. A la noche siguiente la apagaron después de que me quedé dormido. En algún momento me despertaron los movimientos bruscos de los soldados y de alguien a quien echaron como costal de papas dentro del salón improvisado como cárcel. Ya tenía compañía.
El preso número dos era acaso un preparatoriano y pertenecía al Partido Comunista, según me confió en las pocas frases que logramos intercambiar. Nos ordenaron permanecer en los extremos del salón y teníamos prohibido hablar entre nosotros. En un cuartel donde se mantenía a los soldados en el analfabetismo constitucional, lo cual parece aún norma vigente, era difícil alegar violaciones a nuestros derechos humanos. Así que decidimos comunicarnos clandestinamente mediante breves mensajes escritos en un papel de estraza. No recuerdo su nombre, sólo su figura delgada y su mirada vivaz. Fue el primero y el último militante comunista con el que hablé en Saltillo donde vivía desde principios de la década. Eduardo R. Blackaller era comunista, pero sin partido a la vista de él percibíamos sólo su marxismo elegante, su propensión pontificia, su cultura y destrezas musicales y unas botas rusas con las que regresó de Moscú y que -creo no equivocarme- aún calza.
La izquierda formal de la ciudad se mostraba tranquila y pintoresca. Encarnaba en el conocido profesor Casiano Campos, circunspecto autarca del Partido Popular Socialista. Tenía sus oficinas en una casa de de la calle Zaragoza donde exhibía un par de autos rusos puestos a la venta para financiar -ese era el supuesto- las actividades de su partido. Nadie jamás vio un auto ruso rodar por las calles saltillenses y aquellos que estaban en exhibición exhalaban aires de museo y daban la sensación de hallarse incómodos, pues apenas cabían en el espacio a ellos destinado.
Había otro militante de izquierda: el C. Adrián Rodríguez García, Economista non por modestia, que hacía circular manifiestos casi todos los días -algunos de ellos bilingües- en donde llamaba a proclamarlo diputado por todos los distritos de Coahuila, o bien Presidente de la República. Creador de instituciones como el Banco Universal cuyo principio era de fácil comprensión: si a alguien le sobraba el dinero, que lo tirara a la calle, y si a alguien le faltaba, que lo recogiera; los Niños Farolito, o la Universidad Universo (UU), y de axiomas crípticos que aparecían en sus escritos firmados sin fecha para que no prescriba la acción y dirigidos a Pekín, Washington, Moscú y/o el Vaticano. En sus campañas políticas llegaba a pedir cincuenta, cien mil dólares, pero se conformaba con un peso si el aludido no tenía más para aportar a la causa.
Hasta la madrugada del 21 de septiembre de 1968, los comunistas de carne y hueso eran para mi seres pertenecientes a la zona crepuscular. Después supe que un grupo de ellos había estado presente en la mesa redonda convocada por la Asociación de Estudiantes de Saltillo en el Tecnológico de Monterrey para discutir los sucesos en torno al movimiento estudiantil y las respuestas del poder público a sus demandas.
Algunos recordarán que los estudiantes del Tecnológico y la Universidad de Nuevo León (aún no era autónoma) marcharon juntos por las calles de Monterrey en solidaridad con los universitarios y demás estudiantes reprimidos por el gobierno de Gusto Díaz Ordaz en la capital del país.
A esa mesa redonda celebrada en la Sociedad Mutualista Manuel Acuña fui invitado en calidad de periodista. Hacía más de un lustro que venía escribiendo una columna sobre temas políticos en un diario de la localidad: el Heraldo de Saltillo. Los otros invitados eran el estudiante Jesús Oranday y el cura Antonio Usabiaga. Moderaba Armando Fuentes Aguirre, Catón.La reunión era tumultuaria. Algunos calculaban en dos mil personas el público asistente. Era demasiado, pero para un acto de esa naturaleza quinientos hubieran sido demasiado.Fue como si una gigantesca ave Roc con el batir de sus alas hubiera empujado a la multitud de aquella noche a escuchar revelaciones o noticias prodigiosas. Simplemente anhelaba saber lo que los medios de información le negaban. Sobraban las muestras de inconformidad, irritación y hasta rencor hacia el régimen que no mucho tiempo atrás había sido recipiendario de la reverencia social.

Entre Arcadia y el sismo social

La universidad en Coahuila era un ámbito sustraído a la polis y al ejercicio ciudadano. Mientras que en otros estados de la República, para no hablar del Distrito Federal, los maestros y los padres de familia apoyaban el pliego petitorio y las acciones de los estudiantes, la sociedad saltillense miraba desde su Arcadia El Año de la Paz como si en realidad ésta existiera.
El ágora, para mí, tenía las dimensiones de una peña en alguna mesa del restaurante Élite: la peña de los intelectuales donde, literatura, política y citas (¿No conoces a Carlos Monsiváis? ¡Cómo!, lo cita Octavio Paz; el repentista e ingenioso Chava Flores contestará: Pues a mi también me citó, pero no fui) se hamacaban joycianamente en la salud del sarcasmo. Otras peñas, la de los aficionados al béisbol o a los toros, la de los médicos y hasta la de los militares se reunían en el lugar. Destacaban en ésta el general Antonio Romero Romero, comandante de la VI Zona Militar donde me mantuvieron recluido un poco más de las típicas 72 horas, el coronel Ricardo Aburto Valencia (entre burlas veras me dijo un día en relación a lo que escribía en mi columna: Usted es muy hocicón; en el mismo tono macho le contesté: Pero sostenedor), el general Antonio Cárdenas Rodríguez y el general Reynaldo Nuncio (donde se apellidaba como yo es porque debía ser mi tío, el hermano mayor de mi padre). Revolucionarios fueron todos.
Había otros breves resquicios por donde se colaba el espíritu insurgente de efectos multánimes. Como en cada barrio de los pueblos del país, Saltillo contaba con numerosos hemerotecas que recibían el nombre de peluquerías. Las revistas que ponían a disposición de sus clientes -Política, Siempre!, Por qué, La familia Burrón, Los Agachados, El Cuento, Life (en español)- aportaban más a la formación de ciudadanos con sus páginas que la escuela con sus pizarrones y maestros desconectados de la realidad.
Sus reportajes, artículos de opinión, fotografías, historias y narraciones eran ventanas desde las que el mundo nos bombeaba los dramas y tragedias del conflicto social que tenía lugar en calles, montañas y selvas. Así supimos de los cubanos barbudos que combatían a la dictadura de Batista remontados en la Sierra Maestra; de la Guerra de los seis días entre árabes y judíos; de los menudos vietnamitas librando una guerra desigual con la barbarie galonada que lo mismo masacró en la pequeña aldea de My Lai a numerosas familias en la mejor tradición nazi, que envenenó las aguas con napalm o lanzó millones de toneladas de bombas sobre los campos y selvas del antiguo Đại Việt; de Jan Palach prendiéndose fuego en las calles de Praga ante los tanques soviéticos; de los estudiantes de Nanterre y París lanzando adoquines a la policía y dejando todo un evangelio de imaginación política y literaria en los muros de la ciudad; de la pesadilla en que se tornó el sueño de Martin Luther King asesinado por las balas del fundamentalismo wasp; de los enfrentamientos en la convención demócrata de Chicago; de los Panteras Negras y del sonido y la furia en los barrios negros de Watts y Newark.
También supimos de las respuestas violentas y violatorias del régimen priista a los derechos y demandas de los trabajadores de la ciudad y el campo (ferrocarrileros, electricistas, telegrafistas, maestros, médicos, copreros); de la guerrilla de Rubén Jaramillo, de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas, de la de los hermanos Gámiz en nuevos episodios de la lucha por la tierra (Querían tierra, dénles hasta que se harten, dijo el general en el entierro colectivo de los guerrilleros muertos); de las primeras luchas estudiantiles y los ataques de las autoridades en contra de las universidades que alcanzaron un punto crítico en la Universidad Nicolaíta cuyo rector, el doctor Eli de Gortari, un Galileo mexicano, no escapó a la represión.
Las migajas informativas y opiniones tendenciosas de Televisa y El Sol del Norte de la siniestra cadena García Valseca, que obedecían puntualmente a la voluntad presidencial, nos eran compensadas por la información y puntos de vista de esas revistas. En su lectura fuimos accediendo a otro mundo de valores cuyos rostros y nombres eran los de jóvenes como nosotros: El rojo Cohn Bendit, Rudy Dutschke, Stokely Carmichael, Tom Hayden, Mario Savio, Jerry Rubin, Abbey Hoffman, Ángela Davis; jóvenes eran también las figuras del acompañamiento musical encabezado por los Beatles y los Rolling Stones. Y los que no eran jóvenes lo parecían: Jean Paul Sartre, José Revueltas, Ho Chi Minh, Mandela. Símbolo del espíritu insurgente era sin duda el Ché Guevara. Sobre su muerte hice un comentario en un programa radiofónico que tenía (De Boca en Boca) en la estación X.E.S.J. y no pude evitar que el llanto ocluyera mi garganta. Habíamos estado provincianamente orgullosos y candorosamente satisfechos de que, en un mundo de disturbios juveniles, México fuera un islote intocado, había dicho Díaz Ordaz en su cuarto informe de gobierno. Ignoraba el valor educativo de las peluquerías.
Para algunos -yo entre ellos-, las lecturas de ciertas revistas y libros escritos desde el perímetro socialista se fueron convirtiendo en un bagaje existencial. Durante los sesenta, el significado de las tres emes (Marx, Mao, Marcuse) adquirió popularidad. Una cuarta eme, la de Marshall Mcluhan, con orientación ideológica diferente, había aparecido en el horizonte cultural de la época.

Ingenuidad, crítica y secuestro

Pero leer era una cosa y actuar políticamente otra muy distinta. Mi ingenuidad me permitió hablar en aquella mesa redonda como hablé: Quisiera advertir sobre el carácter con el cual concurro a este debate: sobre todo para ahorrar trabajo a las mentes policíacas y a los preocupados por las clasificaciones. Soy un agitador, un provocador y un elemento subversivo, toda vez que la lógica pretoriana que nos infesta concluye que quien no hace de sus manos ociosas un aplauso incandescente e indiscriminado, y no ha querido aceptar la dinámica de la felicitación y el agradecimiento, y disiente, y aborda los problemas del país con criterios diferentes de los utilizados por los políticos profesionales, es un mal mexicano que atenta contra los sacratísimos bienes del orden y la paz públicos, estos conceptos de los que la demagogia ha hecho un sayo.
Los políticos de la época estaban blindados contra la salud del sarcasmo, y aunque no lo hubieran estado: para ellos el disenso era anatema. Pero nada peor que al Presidente de la República se lo juzgara de individuo patológico, como yo lo hice esa noche. Era no obstante un lenguaje comedido al lado de los denuestos que le lanzaban en las marchas los estudiantes indignados. En los años inmediatos advertí, leyendo a varios de los dirigentes del Comité Nacional de Huelga, la organización líder del movimiento, que nuestra indignación había tenido por mancuerna a la ingenuidad. De esa mancuerna se derivaron varios de los errores cometidos. Errores que han dado pie a algunos, recurriendo incluso el autoflagelo, para descalificar las decisiones del CNH. Aducen que el 2 de octubre no debió haberse convocado al mitin de la Plaza de las Tres Culturas. ¿Y eso autorizaba la presencia de los soldados de uniforme y vestidos de civil accionando sus armas en contra de la multitud inerme? No, es obvio. Sus participantes no hacían otra cosa que ejercer su derecho de asociación y reunión pacíficas consagrado en la Constitución. La ilegalidad estuvo siempre del lado de sus agresores.
En el curso de la mesa redonda se abordó una de las demandas del movimiento estudiantil: la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal. Aunque mi argumentación no era docta frente a la de los abogados -mis maestros- defensores de su justificación y permanencia, el público se identificaba con el sentido que tenía. Hasta que otro abogado, maestro mío también, hizo el historial y la crítica fundada de esas armas legales al servicio de la persecución y la venganza de los jefes natos. Cuando la reunión estaba por finalizar, el sentimiento de saber qué seguía dio voz a una adolescente y le preguntó al moderador cuáles podían ser las acciones pertinentes. Armando (Catón) le contestó: hacer pintas, pegas, marchas. Con la malicia política de la que muchos carecíamos, la chica le preguntó: ¿Y usted se comprometería a encabezarlas? Armando contestó: Yo me comprometo. Qué hacer, diría Lenin. Y alguien propuso: un mitin. Yo me hice eco de esa y otras voces que al unísono expresaron lo mismo. Y en un santiamén los de la mesa, y casi el resto, con la excepción del cura Usabiaga, estábamos convocando a un mitin informativo para el lunes siguiente (ese día era viernes).
El mitin se realizó, pero yo no pude asistir como me lo proponía. El domingo apareció un desplegado al que su autor, el cura Usabiaga, titulaba Mitin: Borrachera de ieas. En el libelo, el aggiornado sacerdote señalaba que yo había sido el único responsable de haberlo convocado. A Catón, que se había comprometido a otras acciones, lo relevaba de toda responsabilidad. Mi situación resultaba más comprometedora de lo que yo pensaba. Mis antecedentes revolucionarios, además, gravitaban en contra mía. Un amigo mío (después de la mesa redonda me exhortaba por teléfono a la serenidad en una llamada que fue cuidadosamente grabada) y yo, planteamos el cambio del calendario escolar A al B. Estábamos en el segundo año de la carrera, y fuimos derrotados. El director, don Pancho García Cárdenas, a quien siempre quise malgré tout, renunció a su puesto y denunció a unos lobos que pretendían subvertir el orden de la Escuela de Jurisprudencia. Después de una junta en su casa, uno de sus sucesores salió a declarar que todos estaban conformes y contestes en que por ningún motivo el patriarca debía dejar la dirección. El principio de autoridad se reproducía hacia abajo desde la cima de la Presidencia de la República. Emilio Oyarzabal y yo nos convertimos en perros del mal.
Mi padre recibió la noche anterior una llamada telefónica de un hombre que había sido rector de la Universidad de Coahuila y diputado federal, Salvador González Lobo: había una orden de aprehensión en mi contra, le confió. Mi padre me lo comunicó y me pidió, de la forma más aterciopelada posible, que no saliera. Siempre he recordado con cariño ese momento. Hubiera querido obedecerle, pero apenas lo contemplé: sentía haber adquirido una responsabilidad ineludible. Salí para dejar en la presidencia municipal una carta para comunicar que por la noche haríamos uso de la Plaza de Armas. De regreso a mi casa, por la calle Hidalgo, no reparé en un automóvil marca Chevrolet, verde, sin placas. Tenemos órdenes de tratarlo como a un caballero, me dijo un hombre que me cerró el paso. Otro, a mis espaldas, me tenía ya sujeto por el cinturón. Un tercero esperaba por el costado opuesto del auto.
Pronto, flanqueado por dos de los jayanes vestidos de civil, me veía yo conducir hacia la parte alta de Saltillo. Por el rumbo se hallaba la temible calera, una mina de cal donde -se decía- torturaban a los presos. No iba detenido, como dicen en la jerga sublegal los policías; por lo tanto, mi destino no era la cárcel preventiva de la ciudad. El mío era un secuestro. Y esto era lo que más me angustiaba en mi confinamiento de la VI Zona Militar. Nadie en mi familia sabía de mi paradero. Las horas corrían morosas. No había salido, según mi costumbre, con el libro que leía; por esos días era la novela Paradiso, de José Lezama Lima. Y las noticias que me traía el cocinero cuando me llevaba el desayuno, cuyo menú no variaba del de la comida y la cena (dos tortas de papa), más me deprimían: A lo mejor vamos a tener que hacernos cargo de la situación. Las tortas de papa venían, desde el segundo día, envueltas en papel de estraza pero también en papel periódico. El cocinero había aceptado mi ruego de traerme la primera y vuelta de El Sol del Norte. Como siempre, me hallaba con el vacío. Imposible informarme del curso de los acontecimientos; tampoco entendía lo absurdo de mi reclusión. ¿No eran mi padre y mi tío amigos del general Romero? ¿No tenía yo que conformarme con las declaraciones de Díaz Ordaz en su última Encíclica Presidencial? No admito que existan "presos políticos". "Preso político" es quien está privado de su libertad exclusivamente por sus ideas políticas, sin haber cometido delito alguno. Los actos metaconstitucionales del señor presidente tenían que dar lugar a interpretaciones metalegales. Luego, yo no era un preso político.
Las horas morosas se encogieron escandalosamente la madrugada del último día. Al cambio de guardia, uno de los soldados dijo al otro: Ya es hora, vamos a sacarlo. Se trataba de una broma, por supuesto. Pero yo no podía contener el temblor de mi mandíbula. Sin poder conciliar el sueño y cimbrado por ciertos espasmos, presencié el alba. Dormí hasta después del desayuno. Ese día por la tarde apareció mi padre en el salón donde un día asistimos los estudiantes de la Escuela de Jurisprudencia a un juicio marcial donde un soldado fue condenado a la pena de muerte por haber asesinado a un compañero de armas. Vámonos, Abrahamcito, me dijo como lo había hecho un día remoto en que un amigo mío y yo, que tenía doce años, decidimos fugarnos de casa para ir a Japón (sólo nos faltó cruzar el Pacífico para conseguirlo).
Mi liberación no me exentaba de otros pesares. El mitin, rodeado de policías y militares, había tenido lugar pero sin una conducción adecuada. Óscar, el menor de mis hermanos, denunció como pudo mi desaparición. La respuesta había sido más bien vaporosa. Por otra parte, mi periódico, el Heraldo de Saltillo, había publicado una nota ruin diciendo que se me había visto pidiendo aventón por la carretera Central. Aparte de agitador profesional, juilón. Las presiones y la represión no tenían el mínimo descuento.
Pronto todo volvió a la tranquilidad de la suave patria chica. El jefe de la zona militar, el gobernador, el presidente municipal, el que fuera rector de la Universidad de Coahuila y ahora comandaba a los diputados federales, y todos los demás burócratas de más arriba o de más abajo que habían aplaudido el asesinato de estudiantes inermes, despachaban, comían, bebían y se divertían igual que antes del 2 de octubre. Disfrutaron las Olimpíadas, así como otros las sentimos una ofensa a la injuria de que habíamos sido objeto. En Saltillo, como en el Macondo de la masacre anunciada por García Márquez, nunca pasaba ni pasa ni pasará nunca nada. Sin embargo, un día, al inicio de la década siguiente, los universitarios conquistaron la autonomía para su institución. Y en pleno movimiento, la cantata de Santa María de Iquique se escenificaba en el paraninfo del Ateneo Fuente, donde cursé el bachillerato, mientras en el exterior tenía lugar una asombrosa huelga -por ser la primera de esa magnitud- de los trabajadores del consorcio Cinsa-Cifunsa. El teatro y su doble, nada menos.A cuarenta años de distancia de aquel momento -mortal para muchos- sólo puedo decir que hago mía la letra de la canción popularizada por la maravillosa Edith Piaf: Je ne regrete rien. Nada lamento y no olvido. Mis convicciones son las de entonces. Los actores, colores y estilos de la realidad política han cambiado; su esencia es la misma. Algunos se han bajado del cuadrilátero. A mí me daría vergüenza el sólo pensarlo.

19 octubre, 2008

Palestra (segunda parte)

Resignado, aburrido y convencido de que lo único que daban los dos montones de tierra era un mal aspecto, Hernán se propuso deshacerse de ellos. Empezó por retirar el vaso que cubría a la tierra roja. Iba por el segundo cuando sintió que la imagen lo observaba como pidiéndole no moverla. Corrió un escalofrío por su espalda –el temor a Dios y a sus subordinados administrativos lo adquirió desde el bautizo– y entró el primer cliente de la tarde: una mujer. En simple analogía con la región, ella también distaba de ser considerada atractiva, pero era mujer. Caderas anchas, cintura recta y dos senos abundantes como puestos en venta por aquel escote que dejaba ver un lunar pintado del lado izquierdo. Fumando con más pose que gala, ordenó un whisky doble con hielo y se sentó en el banco a un lado de la tierra.
– Si fuera usted –dijo Hernán, luego hizo una pausa como pensando en algo–, si fuera usted tardaría lo menos posible en este lugar. Acá no hay nada, ni leyes ni respeto ni dignidad ni nada –sirvió el trago y volvió a cubrir la tierra con el vaso boca abajo.
– ¿Y eso? –dijo ella refiriéndose a la tierra, sin poner mayor atención a las palabras del cantinero.
– Ganas de molestar, de no dejar vivir tranquila a la gente decente.
– ¿Por qué no lo quita?
– Por temor, quizá.
– ¿A qué?
– A no saber que sea.
– Tierra –dijo con sarcasmo fallido.
– ¿Usted cree? –respondió levantando una ceja y volviendo a sus labores.
La mujer dio dos tragos al whisky fingiendo no estar acostumbrada al paso del licor por la garganta.
– ¿Sabía que yo nací aquí? Un mal inicio, supongo.
– Pero no vive acá que es lo importante. Lo digo yo, que sin temor a equivocarme soy casi el hombre más viejo de este lugar. Pedro viejo ha decidido irse la próxima semana. Para morir, al menos, con algo alegre en los ojos.
– ¿El poder del monopolio le ata los pasos?
– No sabe, ¡Si soy un Midas en este emporio licorero! –Soltó una carcajada y luego de un instante comentó– Este lugar es el negativo de Midas, todo el que lo toca se convierte en mierda.
– Salud por éso.
– ¿A qué ha venido? No creo que sea por conocer, ya le dije, acá no hay nada.
– Me trajo un tanto el azar y otro tanto la ingenuidad. En verdad llegué a pensar que los pocos relatos sobre el lugar eran exageraciones y ahora me doy cuenta que fueron eufemismos.
El comentario quedó trunco por el ruido de la puerta que dejó entrar al segundo cliente. El hombre, desconocido como la mayoría de los feligreses del Lontananza, terminó por sentarse en la mesa vecina al baño. La mujer, por su parte, apagó el cigarrillo casi consumido: en un solo movimiento guardó el encendedor en la bolsa al mismo tiempo que tomaba un nuevo cigarro a dos dedos; luego, sacó del escote un billete para colocarlo entre los vasos, se alborotó un poco el cabello y con un guiño se despidió de Hernán dirigiéndose a pedir fuego a la única mesa ocupada.
Tres días después la mujer apareció flotando muerta cerca del puerto con cientos de peces incrustados bajo el vientre, pues las piernas, desde el pubis, le habían sido mutiladas.
Tras sacar el medio cuerpo del agua y fotografiarlo para analizar las evidencias y alimentar el morbo a través de los medios, las autoridades tuvieron un día lleno de trabajo: el alcalde, en conferencia de prensa declaró que el asesinato era un caso aislado, que Palestra era un pueblo pacífico y trabajador, ajeno a este tipo de sucesos, que la democracia, el bien común y la justicia –otra trinidad llevada al desprestigio– no dejarían al culpable impune y sin castigo, con todo y pleonasmo. Poco antes de 48 horas el caso estaba resuelto en un 90 por ciento: el encargado de seguridad pública anunció que “si bien no se dio con el paradero de las extremidades, a pocos metros se localizó una cola de pescado, que por sus dimensiones y su masa ósea específicas daban los primeros indicios de un caso certificado de una sirena”. El principal sospechoso era Pedro viejo, quien “según datos proporcionados por la siempre participativa ciudadanía de Palestra, pensaba huir del pueblo. A las causas del asesinato se adhiere el hecho del odio que el presunto asesino tenía contra las mujeres, dado el abandono por parte de su esposa que sufrió 20 años ha.” La identidad del cadáver no se reveló pues las sirenas no tienen un nombre con apellido como cualquier persona (o la identificación estaría en un bolsillo de la otra parte del cuerpo).
Con un clavel blanco, una veladora y el billete entre los vasos, Hernán hizo un altar dedicado a la mujer que en el mismo sitio dio el último y el primer respiro.
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Si quieren leer la primera parte vayan a: http://gibran-dl.blogspot.com/2008/05/literatura-fallida.html


07 octubre, 2008

Mar de Historias

Cristina Pacheco
Sin retorno

Julián va tenso, observando las torpes maniobras del chofer por la carretera desigual carcomida de baches. Supone que el conductor debe tener la misma edad que él tenía cuando se fue a Estados Unidos con dos mudas de ropa en una mochila ajena y miles de proyectos sellados con el signo de dólares.
Para entrar en Berriozábal es necesario darle la vuelta al pueblo y tomar una curva cerrada que lleva al paraje de Los Gatos. En ese punto el intenso bamboleo del autobús despierta la inquietud de los pasajeros: “¡Dios Santo…” “¡Cuidado!” “Nos vamos a despeñar”. Julián es el único que protesta:
–Oye, brother, fíjate en cómo manejas.
El chofer le lanza una rápida mirada por el espejo que cubre la parte superior del parabrisas:
“No es mi culpa que haya tantos baches”.
Julián guarda silencio. Cuando viajó al otro lado había el proyecto de modificar el punto de la carretera donde tres cruces advierten de su peligrosidad. Al salir de Berriozábal, él prometió que en cuanto se estableciera en Nueva York organizaría a sus conterráneos para hacer un fondo común destinado a solucionar las carencias del pueblo y construir una terminal más accesible y segura que evitara el paso por Los Gatos. Lo entristece que ese proyecto, como tantos otros, haya caído en el vacío y que en el pueblo, después de nueve años, todo siga igual. “Si no es que peor”, agrega.

-
II
La muchacha que viaja al lado de Julián se frota los brazos:
–Nadie me advirtió que aquí hiciera tanto frío. Con decirte que lo estoy sintiendo más que en Chicago –ladea la cabeza y lo interroga sin mirarlo: –¿De dónde vienes?
–De Nueva York –la observa de reojo: –¿Por qué?
–¡Qué casualidad! Allá tengo un primo. Se llama o se llamaba, no lo sé, Liborio Hernández. No creo que lo hayas conocido porque aquello es muy grande –su tono se opaca: –la última vez que me habló por teléfono le dije a mi primo que pensaba quedarme en Chicago y ahora ni cómo avisarle por dónde ando.
–¿Eres de aquí? –pregunta Julián esforzándose por reconocerla.
–No, de Charcas pero preferí venirme a Berriozábal. Aquí tengo un conocido: Ismael. Trabajamos juntos en una lonchería, pero hace cuatro años se regresó para casarse con su novia. Ella atiende la caseta telefónica y necesita alguien que la ayude con sus tres niños.
–A Ismael no lo conozco; a Delia, mucho. Nada menos hace dos semanas le pedí que me comunicara con mi jefa. Quise avisarle que venía de retache porque allá la cosa se ha puesto muy dura y se va a poner peor. Las obras están suspendidas, hay poco trabajo y bajaron los sueldos a la mitad –Julián se interesa: –¿Charcas está lejos?
–En San Luis Potosí. Allá vive toda mi familia –la muchacha adivina la pregunta en la mirada de Julián: –le pagué al coyote con el dinero que me dio mi papá. Lo juntó vendiendo sus animales y pidiéndole la mayor parte a un agiotista. Con lo poquito que llegué a mandarles apenas cubrieron una parte de la deuda.
“Falta muchísimo y no me atreví a decirles que ya no tenía trabajo. Si me regresara con mi familia sólo iba a causarle gastos. Se me hace feo. Si un día puedo…”
Se escucha un estallido. El autobús se ladea y los pasajeros se alarman. El chofer apaga el motor:
–¡Se fregó una llanta! –de un salto baja del camión. Varios hombres lo siguen para brindarle ayuda.
–¡Qué lástima! Cuando ya casi estábamos llegando –murmura una joven con un bebé en brazos.
–¿Se irán a tardar mucho? –pregunta desde el último asiento un hombre envejecido, con sombrero de palma y makinof.
–¡Melitón! –grita Julián en cuanto lo reconoce.
–¿Julián?
–¡Ey! –Julián se aproxima a su antiguo conocido: –¿viene de visita o a quedarse?
–Mi intención es quedarme, pero si no hallo trabajo me pelo otra vez.
–¿A poco piensa volver a los iunaites?
–No, allá andan muy fregados y no tardan en estar peor que nosotros –Melitón sonríe con amargura:
–¡Quién lo hubiera dicho! Y tú, ¿qué jáis?
–Pos igual, vengo a ver qué, pero sin demasiadas esperanzas. Mi hermano Erasto me dijo que ahora hay menos trabajo, porque como muchos se han regresado para acá la chamba está peleadísima –Julián se despoja de la cachucha con el emblema de una empresa constructora: –debí hacerle caso a Sixto cuando me invitó a que me regresara a Berriozábal con él. No quise porque tenía trabajo, pero me duró bien poquito y ya ni siquiera pude mandarle sus centavos a mi jefa.
–Estará contenta de volver a verte.
–¡Seguro! El día en que me despidieron en Berriozábal todo el mundo iba contento, sólo ella lloraba pensando que a lo mejor no volveríamos a vernos –Julián sonríe: –cuando nos veamos, de seguro volverá a llorar. Así es ella: de tristeza o de alegría, siempre chilla.
El chofer se asoma por la puerta y pide a los pasajeros que desciendan para aligerar el autobús mientras termina la compostura. La vecina de Julián le pregunta si puede quedarse porque abajo debe hacer más frío.
–No le pida permiso, él no es nadie –le aconseja Melitón al pasar junto a ella. –Se ve que esto va para largo.
–¡Pinches camiones! Creo que son los mismos desde que mi jefe trabajaba en esta línea –protesta Julián.
–Estabas muy chamaco. ¿A poco te acuerdas? –Melitón observa las maniobras del chofer y sus ayudantes. –Lo dicho: va pa’ largo.
–¿Lo están esperando en su casa?
–Fíjate que yo quería sorprender a la familia, pero me entraron las ansias de verla y le avisé a Isaura para que viniera a recibirme a la terminal junto con los hijos. Total, por perder un rato de clases no se van a morir. Llevo 11 años viéndolos crecer en foto. Espero que los cabroncitos me reconozcan y si no, ¡pos me presento con todos mis generales! ¡Ríete! ¿No ves que estoy bromeando? –Observa a los hombres que, en mangas de camisa, siguen trabajando al lado del autobús: –vente, vamos a echarles una manita a esa bola de inútiles incapaces de sacar un perro de una milpa.
–Ya son muchos y por eso se están haciendo bolas. Vaya usted si quiere. Mientras, aprovecho para echar una firmita.
III
Julián se aparta de la carretera y camina por el campo. Levanta una vara y, como hacía de niño, golpea la hierba seca. Entonces imaginaba que era un aventurero abriéndose camino hacia el norte; ahora no es capaz de imaginar nada. Interrumpe sus pensamientos el grito de su vecina del autobús:
–¿Piensas seguir a pie? –La muchacha lo alcanza:
–Movían el camión bien feo y me dio miedo que fuera a caerse. ¿De veras no tienes frío? Yo me estoy congelando.
–Espérame, voy por un suéter que traigo en mi mochila. –Julián regresa y le ofrece la prenda: –te va a quedar medio grande, ¿no le importa?
–No. En cuanto lleguemos te lo regreso. –Sin que Julián se lo pida sigue acompañándolo: –¿Desde cuándo se te metió en la cabeza irte a Estados Unidos?
–Uh, desde muy chamaco, porque veía que todo el mundo se iba para allá dizque a ganar mucho dinero. Hubo un tiempo en que quedamos en Berriozábal sólo viejos y niños. Ah, pero eso sí: la de casas que se construyeron en esa época con el dinero que mandaban los paisanos. –Julián se emociona: –había tanto trabajo que llegaban hombres de todas partes ofreciéndose como albañiles.
–¡Qué bien!
–Pues ni tanto, porque los campos de los alrededores quedaron abandonados. Después los nuestros también. Muchos berriozabaleños tenían familiares en Memphis, Columbus, Wichita, Toledo, que les aconsejaban jalarse para allá a ganar en dólares. Mi padre no se fue con mis tíos porque se lastimó un ojo con una púa. De milagro lo salvó, pero ve medio mal.
–Y tú te fuiste por eso.
–En cierta forma sí. Al principio la pasé gachísimo, sufriendo de todo. Nunca me fue muy bien que digamos, pero al menos pude mandarle algo de dinero a mi familia; sin embargo, la cosa tronó y se puso bien fea. –Julián se mira las manos: –tantos años de batallar para volver igual que como me fui y puede que hasta peor: entonces tenía mis esperanzas en el norte, ahora no tengo ni eso.

04 octubre, 2008

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"E inútil es que los naturales de la Nueva España traten de vivir en la Europa, porque siempre estarán con los ojos fijos de la memoria en su tierra"

Sebastián de Toledo (virrey de México)

02 octubre, 2008

"Fox no se enteró del 68 y le han de estar informando sobre la existencia de Miguel Hidalgo y Costilla "

Carlos Monsiváis

26 septiembre, 2008

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"... Cuando coincidimos en una boda y llegamos a ese momento de vergonzosa dicha colectiva en que descubrimos que nos sabemos todas las canciones de Timbiriche"


Juan Villoro
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Aforismos: Lichtemberg

Me acordaba que había apuntado más, pero resultó que no fue así. De cualquier manera estos pocos aforismos son muy buenos...

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º En ocasiones paso ocho días son salir de casa y vivo muy contento. Un arresto domiciliario de la misma duración me enfermaría. Si hay libertad de pensamiento, uno se mueve con ligereza en su círculo; si hay control de pensamiento, aun las ideas permitidas llegan con gesto asustadizo.
º Sé que he pensado mucho más de lo que he leído; por eso ignoro muchas de las cosas que el mundo sabe. Al estar en sociedad me equivoco con frecuencia y esto me inclina a la timidez. Si pudiera decir todo lo que he reflexionado, íntegro, tal y como está en mí, no hay duda de que obtendrá el aplauso del mundo, pero ciertas cosas no se pueden extirpar de un modo provechoso.
º He notado claramente que tengo una opinión acostado y otra prado
º Cuando releo mis viejos cuadernos de reflexiones, a veces doy con una idea propia que me satisface. Me sorprende que una idea se pueda volver tan ajena para mí y me sistema, y me alegro tanto como si se le hubiera ocurrido a un antepasado.
º Ya que se escribe en público de pecados secretos, me he propuesto escribir en secreto de pecados públicos .
º Eso que ustedes llaman corazón está bastante más abajo del cuarto botón del chaleco
º Al pueblo lo arruina la concupiscencia carnal contra el espíritu y al intelectual la concupiscencia espiritual contra el cuerpo.
º Dios creó al hombre según su imagen. Posiblemente esto significa: el hombre creó a Dios según la suya.
º Por más que en ellas se predique, las iglesias siguen necesitando pararrayos.
º Las torres de las iglesias: embudos invertidos para que el rezo llegue al cielo
º Es una lástima que beber agua no sea pecado, clama un italiano, ¡qué bien sabría!
º Quien tenga dos pantalones, que venda uno y compre este libro

29 agosto, 2008

Poema de amorosa raíz

Antes que el viento fuera mar volcado,
que la noche se unciera su vestido de luto
y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo
la albura de sus cuerpos.
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Antes que luz, que sombra y que montaña

miraran levantarse las almas de sus cúspides,
primero que algo fuera flotando bajo el aire,
tiempo antes que el principio.
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Cuando aún no nacía la esperanza

ni vagaban los ángeles en su firme blancura,
cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios,
antes, antes, muy antes.
-
Cuando aún no había flores en las sendas

porque las sendas no eran ni las flores estaban,
cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,
ya éramos tú y yo.
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Alí Chumacero

25 agosto, 2008

Casa Mexicana

Denise Dresser - Casa mexicana

Reforma, 25-08-08

"Estamos lejos, muy lejos de casa. Nuestra casa está lejos, muy lejos de nosotros", canta Bruce Springsteen. Y así se siente vivir en México en estos días atribulados. Lejos del hogar y cerca de todo aquello que lo acecha. Lejos del sosiego y cerca de la ansiedad. Lejos de la paz y cerca del miedo. Siempre alertas, siempre nerviosos, siempre sospechando hasta de nuestra propia sombra. Invadidos permanentemente por el temor fundado a caminar en la calle, andar en el auto, abrir la puerta, parar a un taxi, cobrar un cheque, sacar dinero de un cajero automático, recibir la llamada de algún secuestrador, perder a un hijo, enterrar a un padre. Aristófanes definió la casa como el lugar donde los hombres prosperan, pero hoy en México, la casa colectiva se ha vuelto el lugar donde demasiados mueren. Acribillados por un narcotraficante o asaltados por un delincuente o baleados por un policía o asfixiados por un miembro de la banda "La Flor".

Ante ello, la realidad -trágica, impactante, desgarradora- es que los caseros en la clase política no saben qué hacer. O peor aún: aunque lo sepan no parecen dispuestos a asumir la responsabilidad que les corresponde. Basta con examinar la reunión reciente del Consejo Nacional de Seguridad Pública y sus secuelas. Las caras largas, los discursos solemnes, las promesas reiteradas, las declaraciones enérgicas, el mensaje de "ahora sí". Allí están los 75 compromisos contraídos incluyendo la depuración de las policías y la creación de unidades antisecuestros y la construcción de penales federales y la regulación de la telefonía móvil y una nueva ley para combatir el delito del secuestro y una nueva base de datos entre tantos más. Compromisos encomiables. Compromisos aplaudibles. Compromisos anunciados con anterioridad, reciclados una y otra vez.

Porque no importa cuántos consejos se instalen o cuántas cumbres se organicen o cuántos compromisos se enlisten o cuántos discursos se pronuncien o cuántas marchas se organicen. México continuará siendo el tipo de país convulso que es mientras los criminales no sean castigados. Y eso jamás ocurrirá mientras los íconos de la impunidad sigan habitando la casa de todos, en lugar de ser expulsados de ella. Mientras los que violan la ley permanezcan en el poder, en lugar de ser removidos de allí. Mientras los responsables de la violencia promovida desde el Estado sean convocados en vez de ser sancionados. ¿Qué credibilidad puede tener el Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad cuando Mario Marín lo suscribe? ¿Qué credibilidad puede tener una iniciativa para sancionar el secuestro cuando Ulises Ruiz la avala? ¿Qué credibilidad puede tener un esfuerzo por fomentar la transparencia cuando Romero Deschamps lo firma? ¿Qué posibilidad de éxito puede tener una cruzada contra el crimen enarbolada por quienes lo han perpetuado?

Ah, la raíz de todo es la impunidad, aseguran todos. "El crimen creció gracias a la impunidad", dice el Presidente. "La proliferación del crimen no puede entenderse sin el cobijo que muchos años le fue brindando la impunidad", reitera. "La frustración ciudadana apunta a la impunidad con la que actúan los delincuentes y al grado de encubrimiento o franco involucramiento que ha desplegado el crimen organizado", argumenta. Tiene razón. Pero el problema es que Felipe Calderón y muchos otros miembros de la clase política se refieren a impunidad como si no hubieran contribuido a institucionalizarla. Como si la impunidad fuera un fenómeno desvinculado de su propia actuación. Como si la culpa fuera tan sólo de ciudadanos apáticos y una sociedad que ha perdido los valores. Como si la impunidad no hubiera sido fomentada por gobernadores venales y líderes sindicales corruptos y presidentes acomodaticios. Como si los sentados en el Consejo de Seguridad la semana pasada no hubieran contribuido -desde hace décadas- a hacer de la impunidad una condición sine qua non del sistema político.

Para comprobarlo le pido a los lectores que hagan un experimento intelectual -sugerido por mi amigo, el embajador Alberto Székely- y respondan a las siguientes preguntas. ¿Qué pasaría si hechos similares a los del 2 de octubre de 1968 ocurrieran hoy en el 2008? ¿Qué ocurriría si el Ejército disparara contra civiles desarmados? ¿Cómo responderían el sistema judicial y sus instituciones? ¿Presenciaríamos a un Presidente que reconoce culpas o le permite a los militares y a Juan Camilo Mouriño evadirlas? ¿Presenciaríamos a una Suprema Corte que se erige en defensora de los derechos humanos y las garantías individuales o que las ignora como en el caso de Lydia Cacho? ¿Presenciaríamos a unas televisoras que reportan cabalmente lo ocurrido o aplauden al Presidente por actuar con la mano firme mientras celebran que "fue un día soleado"? ¿Los partidos se aprestarían a denunciar a los responsables o intentarían "blindarlos" como hace hoy el PRI con Mario Marín? ¿La impunidad inaugurada hace 40 años sería combatida por todos los niveles de gobierno o más bien los involucrados intentarían protegerse entre sí?

Éstas son preguntas relevantes porque apuntan a lo que Graham Greene llamaría the heart of the matter, "el corazón del asunto": un sistema político y un andamiaje institucional construidos sobre los cimientos de la impunidad garantizada, la complicidad compartida, la protección asegurada, la ciudadanía ignorada. Un sistema que sobrevive gracias a la inexistencia de mecanismos imprescindibles de rendición de cuentas como la reelección. Un sistema que continúa vivo a pesar de la alternancia porque en realidad jamás fue enterrado. Dado que nunca hubo un deslinde de las peores prácticas del pasado, sobreviven en el presente. Dado que nunca hubo un Estado de Derecho real, ahora resulta imposible apelar a él. Dado que nunca se diseñaron instrumentos para darle peso a la sociedad, ahora no acarrea grandes costos ignorar sus demandas o atenderlas teatralmente con la instalación de un Consejo.

Por ello el verdadero reto para el gobierno y la sociedad es entender el significado de un verdadero "hasta aquí". Y eso entrañaría ir más allá de las 75 medidas contempladas hasta ahora. Entrañaría combatir la cultura de la impunidad en los lugares donde nació y creció: en Los Pinos y en el Ejército y en el SNTE y en el SNTPRM y en la Secretaría de Gobernación y en la Quinta Colorada de Tabasco y en la gubernatura de Puebla y en las mansiones de Arturo Montiel. Porque si no somos capaces de alzar la vara -como lo exige Alejandro Martí- para medir el daño que la clase política le ha hecho a la casa mexicana, será cada vez más difícil convivir en ella.



http://www.consejomexicano.org/index.php?Denise-Dresser-Casa-mexicana

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04 agosto, 2008

La antropología de la cubeta

Operación Cubeta
Juan Villoro. 1/08/08
El Norte
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México es un país tocado por la gracia donde una cubeta se transforma en objeto de poder. Que algo tan simple adquiera tanta fuerza explica la genialidad de nuestras mentes, dispuestas a ver marcianos en el Ajusco, conspiraciones en cualquier oficina o pelos en una sopa que está a tres mesas de la nuestra.
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El mexicano es un ser con la cabeza llena de símbolos. Al enfrentar un balde en la calle distingue algo más: un talismán de soberanía. Un turista podría pensar que se trata de un objeto abandonado por descuido. Más ducho en metáforas, el mexicano entiende que representa un acto de propiedad provisional: el dueño de la cubeta domina ese trozo de nación. Los extranjeros no captan este símbolo. Por eso no podemos reconquistar Texas con cubetas.
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Es posible que el culto se remonte a la lluviosa antigüedad y las vasijas del hombre mesoamericano. La cubeta alude a la gruta del origen, cavidad esencial en las mitologías prehispánicas. Se presume que los fundadores de México-Tenochtitlan vinieron de Chicomostoc, Lugar de las Siete Cuevas. En el inconsciente colectivo -esa abstracción que no se borra con el photoshop- el receptáculo que podemos llevar a todas partes tiene que ver con el comienzo y el fin de la vida: la matriz y la urna. Además, nuestro precario ecosistema ha dependido de los altibajos del agua, que a veces inunda, a veces no llega, nunca se está quieta en forma satisfactoria. El balde providente sirve para las goteras o para acarrear agua desde la toma vecinal. Total que hay bases sólidas para una futura antropología de la cubeta.
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Esto lleva a una pregunta: ¿por qué los huacales sirven para el mismo efecto? Sin tener conexión con el agua, ni la gruta del origen, ni la matriz, ni nada que no sea contener verduras, también se usan para apropiarse de varios metros de República. Esto se debe a que los símbolos son raros; unos remiten a una compleja narrativa y otros nada más son símbolos. Pensemos en la iconografía del Metro capitalino. La estación Balderas es representada por un cañón que alude a la vecina Plaza de la Ciudadela, escenario de la Decena Trágica. En cambio, la estación Chabacano es representada por un fruto sin más historia patria que ser un chabacano. Siguiendo el ejemplo, podemos concluir que la cubeta narra muchas cosas y el huacal sólo molesta. Ambos son igual de eficaces porque en este país se discrimina a las personas, pero no a los símbolos.
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Resulta imposible luchar contra los mitos. No me propongo erradicar una creencia que comparto. Lo que me parece negativo es que unas cubetas valgan más que otras.
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Todos los mexicanos respetamos ese objeto de poder, pero no todos podemos colocarlo donde queramos (por ejemplo, no es válido sustituir una cubeta ajena por la que uno lleva en el coche). Hasta donde entiendo, hay dos maneras básicas de usufructuar la cubeta. La primera consiste en tener una casa, una oficina o un negocio y extender el título de propiedad hasta la calle. La segunda consiste en llegar de lejos con una cubeta y pactar con los poderes fácticos, que en este caso no son Televisa, Carlos Slim o la jerarquía eclesiástica, sino los representantes hiperlocales de la ley: un policía de crucero, el gallo fuerte de la cuadra, la señora que se la pasa aventando baldes de agua a la banqueta y se fija en todo. Para ejercer el cargo de Señor de la Cubeta se necesita otro símbolo: un trapo gastado hasta lo indecible. Quien compre una jerga y aspire al puesto queda descalificado. Estamos ante otro talismán sagrado: es menester que el trapo haya sufrido por nosotros; su color y su textura son los de la angustia del hombre ante el destino.
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Lo malo de las costumbres es que a veces no sabemos si siguen siendo costumbres o ya son crisis. La cubeta ritual podría desembocar en algo así. En el Distrito Federal escasean empleos y lugares de estacionamiento. El problema se resuelve en parte convirtiendo un espacio vacío en un empleo. La persona que lo administra suele ser amable y deja el pago a criterio del cliente. Sin embargo, esto se presta a abusos. No pretendo criminalizar la cubeta ni eliminar una fuente de trabajo. Trato de evitar que la tensión social llegue a una indeseable "guerra de las cubetas".
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La modalidad más abusiva de esta tradición es el recipiente que ha sido llenado de cemento y que el ciudadano común sólo puede retirar a cambio de una hernia. En tal caso, el sitio está "ocupado" hasta que llegue el único vehículo que se puede estacionar ahí y dos guardianes despejen las cubetas. El gobierno de la ciudad debería iniciar un operativo para acabar con los bloques que ocupan impunemente espacios públicos. También habría que eliminar las cubetas que sirven de chantaje comercial (sólo las retiran si compras un antecomedor de triplay en la mueblería).
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Por último, y sin perjudicar a nadie, se podrían suprimir todas las demás cubetas y asumir respetuosamente que en cada espacio disponible hay un balde imaginario. Esto acabaría con la molestia de buscar infructuosamente al dueño del objeto sagrado, bajar del coche a retirarlo y soportar los claxonazos consecuentes.
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Hay tradiciones que perduran aunque su motivo haya desaparecido: decimos "no me había caído el veinte" en una época en que no se usan veintes para hablar por teléfono.
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En respeto al mito, propongo que se quiten las cubetas, pero el chofer se dirija al cuidador con esta pregunta: "¿Es usted el de la cubeta?". Aunque no haya un balde a la vista, eso permitirá a los mexicanos del futuro decir: "Nuestros antepasados no se entendían con palabras y necesitaban colocar un objeto en el suelo; la cubeta servía para solicitar la lluvia (en agua o dinero) e impedir que alguien se estacionara sin rendir pleitesía al Señor de la Dificultad, que entonces era fundamental".
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No es una explicación muy exacta, ¿pero quién quiere que las leyendas sean precisas?

31 julio, 2008

¿Dónde quedó el fin de la historia?

Al parecer Fukuyama padece de cierto fetichismo con la palabra "fin" o tiene demasiadas pesadillas apocalípticas con ella. Baste recordar aquel texto famoso -más por polémico que por objetivo- del "fin de la historia".
El primer paso para resolver un problema es aceptar que se tiene uno, que es más o menos la intención (a mi parecer) de este artículo de Fukuyama que lo titula " El fin de la hegemonía americana" (para variar). Aquí algunos fragmentos. El texto completo lo pueden encontrar en el Pais :
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Fareed Zakaria, columnista de Newsweek, habla del "mundo posterior al dominio americano" para referirse al que nos aguarda en los próximos años. El primer cambio evidente al que se enfrenta Estados Unidos tiene que ver con la aparición de un mundo multipolar. No se trata de un declive. Estados Unidos sigue siendo la mayor potencia mundial. Lo que sucede es que el resto del mundo se está poniendo a su mismo nivel.
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Sí, se ha producido un impresionante desplazamiento de poder en lo que a la economía se refiere. Rusia, China, India y los países del Golfo gozan de unas economías en expansión, mientras que la de Estados Unidos ha caído en un periodo de recesión. Durante los gobiernos de Clinton y del primer Bush, Washington acostumbraba a sermonear al resto del planeta sobre cómo mantener en orden sus haciendas, pero ese tipo de sermón suena ahora un poco falso tras la crisis financiera estadounidense del pasado año. La prueba más clara del cambio al que asistimos es el endeudamiento en el que se encuentra Estados Unidos, mientras que muchos otros países están acumulando reservas.
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En el futuro, las posibilidades de Estados Unidos serán mucho más limitadas. Puede que esta limitación venga dada por ciertos cambios en el equilibrio del poder militar, pero sobre todo se deberá a factores que tienen más que ver con el poder blando. Hoy, por ejemplo, los chinos y los indios exportan películas; hay estrellas de cine coreanas que son famosas en toda Asia, y los japoneses son grandes productores de cine de animación. En resumen, Hollywood ya no es la única fuente de creatividad cultural en el planeta.
[...]
Consideremos ahora un hecho desconcertante: el gasto militar de Estados Unidos es igual a la suma de los gastos militares de todo el resto del mundo. Y, sin embargo, no hemos logrado pacificar Irak en los cinco años transcurridos desde que las tropas estadounidenses invadieron y ocuparon el país. Se constata así que la fuerza militar no sirve a la hora de crear las instituciones legítimas sobre las que se asientan las naciones, de consolidar la vida política y de estabilizar esa parte del mundo.
[...]
En resumen, el mundo al que se enfrenta hoy Estados Unidos requiere nuevos instrumentos. Tenemos que poder desplegar y utilizar el poder duro, la fuerza militar, pero también hay otras maneras de propagar aquellos valores y aquellas instituciones que han de ser la base de nuestro liderazgo en el mundo. La labor realizada por el Gobierno de Clinton en los Balcanes, en Somalia y en Haití, en el sentido de colaborar en la construcción de naciones, fue muy criticada y tachada de "trabajo social". Pero la realidad es que la política exterior estadounidense debe interesarse por cierto tipo de trabajo social.
[...]
Pero hay tres puntos débiles sobre los que Estados Unidos ha de trabajar si quiere salir airoso. En primer lugar, la creciente pérdida de capacidad de acción del sector público; en segundo lugar, la manera, harto autocomplaciente, de entender al resto del mundo, siempre desde nuestra propia perspectiva; y, en tercer lugar, la gran polarización del sistema político, que impide buscar soluciones a estos problemas.
[...]
Ningún otro lugar del mundo se beneficiará de nuestra política si seguimos siendo un país que sólo se mira el ombligo, incapaz de llevar adelante las políticas y medidas proyectadas, y demasiado dividido para tomar decisiones importantes. Todo esto no sólo es perjudicial para los estadounidenses, sino también para el resto del planeta*
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*Cosa curiosa, habla de dejar de creer que EU es el ombligo de el mundo, y su artículo se llama "fin de la hegemonía americana" y no "norteamericana".

10 junio, 2008

LeAnn Rimes - Blue (Music In High Places)

Un video bastante malo y simplón, pero POR FAVOR!!! escuchen el falcete de la voz de esta chava que se llama LeAnn Rimes

Y esto pasa en Europa

La Unión Europea ha aprobado esta medianoche ampliar por encima de las 48 horas la semana laboral, un derecho social consagrado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hace 91 años. Los ministros de Trabajo de los Veintisiete han dado luz verde a la propuesta de la presidencia eslovena que permitirá a cada Estado miembro modificar su legislación para elevar la semana laboral vigente de 48 horas hasta 60 horas en casos generales y a 65 para ciertos colectivos como los médicos.
Los miembros de la UE está divididos entre los que reclaman una mayor flexibilidad laboral, encabezados por Reino Unido y Alemania, y los que optan por acabar con las excepciones que permiten trabajar más de 48 horas semanales, liderados por España. El ministro español de Trabajo, Celestino Corbacho ha dicho que ampliar la jornada sería un "retroceso en la agenda social".

El opting out británico, que ha ejercitado el Reino Unido desde el año 1993 y permite que cada trabajador pueda pactar con su empresario "libremente" el tiempo de trabajo, se va a convertir en norma general europea. En cualquier caso, la directiva deberá ser aprobada por el Parlamento Europeo.

España se opone

La iniciativa de aumentar la jornada laboral se encontraba paralizada desde hace tres años por la oposición de países como Francia, España e Italia, principalmente, que ejercían la minoría de bloqueo. Con la llegada de Silvio Berlusconi al poder, Italia fue la primera en abandonar el frente de la defensa del derecho social. Posteriormente, el presidente francés Nicolas Sarkozy y el premier británico Gordon Brown pactaron que si el Reino Unido apoyaba la reforma de las agencias de trabajo temporal, otra directiva que se discute paralelamente, Francia apoyaría el aumento de jornada.

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Cómo la ven, en pleno siglo XXI empezamos a tender al esclavismo

Nota completa en: http://www.elpais.com/articulo/economia/Acuerdo/Veintisiete/ampliar/semana/laboral/encima/48/horas/elpepueco/20080610elpepueco_1/Tes

25 mayo, 2008

Porque ya hacía falta algo con sentido en este espacio

Todo comenzó en el espejo


Todo comenzó en el espejo.
En la palma indiferente del agua
la nube fingió islas, cimientos el arco iris.
Todo comenzó en el espejo.
En el cielo engañifa de la charca
la rama empolló el huevo de la luna;
cosió el pájaro un velo con costura perdida.


Todo comenzó en el espejo.
La estrella guiñó mintiendo al pez incauto;
la luna escribió música que no despertó a nadie.

Y en el espejo una mañana
reconoció el viajero su secreto fantasma,
se vio pómulo y sien,
pupilas de agua para siempre cautiva,
frente como una lápida de sí mismo.
Se vio por fuera, se olvidó por dentro.
Y comenzó a clasificar
sesegún color y pelo.

Y los amantes murieron por él dos y tres veces,
y los viejos gustaron anticipada la agonía,
y el hombre del color perdió patria y amigos,
y la belleza vendió a su esposo el sueño.

-Todo comenzó en el espejo-.



(Josefina Plá... Paraguay)