Foto: Fátima Rodríguez

23 enero, 2009

Mirar la historia con ojos propios

De inicio, esta reseña se iba a publicar en una revista que no me acuerdo cómo se llama y que es del DF, pero al final ya no se pudo. Sin embargo, se acaba de publicar en la revista "Vida Universitaria" de la UANL y por ello es que la comparto con ustedes.

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Los americanos nos miramos a nosotros mismos con ojos prestados. Con aquella mirada –impuesta por la Europa colonizadora y aceptada sin mayor gesto por la América colonizada– que nos atribuía un grado inferior, una incompetencia natural, un afán inventado por admirarlos e imitarlos. Esa misma mirada con la que los enciclopedistas discutían sobre el “buen salvaje” americano, mientras fray Servando, víctima del exilio, descubría y describía las realidades de un continente arrogante y, en muchos sentidos, decadente.

La crítica del fraile dominico consistió, precisamente, en ver a la Europa con ojos propios, desde una perspectiva de iguales que pocos se animaban siquiera a enunciar. Una mirada que cuestionaba la supuesta civilidad de un imperio al que además había que pagarle tributos y aceptar sus órdenes sin que conociera mínimamente la realidad de sus colonias. Para fray Servando los salvajes eran ellos. Y los relatos de la realidad vista por él en el viejo continente tenían la intención de “abrirle los ojos” a los novohispanos a efecto de que juzgaran y criticaran también a sus colonizadores, que no veían en la Nueva España sino un medio para seguirse enriqueciendo.

Desde aquel discurso que consideraba la evangelización de las tierras americanas por propia mano de Santo Tomás Apóstol –encarnado en el mismísimo Quetzalcóatl– anterior a la llegada de los españoles, negando así la justificación de la conquista del nuevo continente; pasando por las intensas negociaciones durante las Cortes de Cádiz, hasta llegar a los combates junto a Francisco Javier Mina a favor de la independencia de México, fray Servando sostuvo firmemente una convicción: procurar el estatuto de igualdad entre Nuestra Señora de Guadalupe y la del Pilar, entre americanos y europeos. Fue esta idea, en general, la que llevó a la emancipación de México del viejo continente.

Y es Susana Rotker, con esta invitación que hace al lector a “mirar la historia al revés”, quien despoja a fray Servando de sus vestiduras anecdóticas (siete escapes de prisión o una momia deambulante no son un cualquier pretexto) y lo ubica dentro de una dimensión más justa: como uno de los creadores de una teoría poscolonial para América Latina. En el texto, Rotker –acreedora del Premio Casa de las Américas en 1991– concibe a Mier y Noriega como “un personaje de transición”, situado entre la represión política, cultural y religiosa en la que nace y la convulsión insurgente de la que fue partícipe, pero sobre todo, como actor elemental de “esa etapa madre y padre de los proyectos del país.”

La versión traducida del inglés de Fray Servando: la mirada americana, que sirviera como prólogo de las Memorias del padre dominico y que publicó la Oxford University Press, iba a ser publicada por la Universidad Autónoma de Nuevo León hasta que una invitación a Tomás Eloy Martínez para escribir la nota sobre la autora, destapara la noticia que el texto original de Rotker permanecía inédito y escrito en español. Esta es la versión a la que el lector se acercará.

Gibrán Domínguez

Fray Servando: la mirada americana; Susana Rotker, Cátedra Fray Servando Teresa de Mier / UANL, México, 2008, 107 pp.


12 enero, 2009

Nosotros, los líderes

JOAQUÍN ESTEFANÍA 12/01/2009 *EL PAÍS.
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Esta semana se cumplen dos meses de la reunión del G-20 en Washington, convocada para crear una nueva arquitectura financiera global y luchar contra la recesión. Desde entonces, apenas hay noticias de las decisiones que allí se tomaron mientras avanza, con rapidez y profundidad desconocidas, una crisis que por primera vez no hace excepciones con parte alguna del planeta. La siguiente cumbre del G-20 tendrá lugar en el mes de abril, en Londres, y la pasada semana el primer ministro francés, Nikolas Sarkozy, y la canciller de Alemania, Ángela Merkel, anunciaron que los miembros europeos de ese club se verán previamente en Berlín para que Europa tenga una voz única en aquella.
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Sarkozy y Merkel se juntaron en París para asistir a un seminario titulado Nuevo mundo, nuevo capitalismo. En su intervención, la canciller germana explicó que de la misma forma que existe un Consejo de Seguridad en la ONU (el que ha sido incapaz de detener la masacre de palestinos en el campo de concentración de Gaza), debería haber una suerte de Consejo Económico Mundial que vele por la estabilidad financiera, o una Declaración Universal para una Economía Razonable, similar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Seguramente sin saberlo, Merkel copiaba de modo literal una propuesta inatendida que, justo 10 años antes, también en París, hizo el ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, padre de la actual líder del socialismo francés, Martine Aubry. Así pues, una década perdida en lo relacionado con la regulación de las finanzas internacionales que, de haberse estudiado entonces, quizá hubiese evitado los efectos más lacerantes de la crisis actual.

En un seminario sobre el euro, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, Delors propuso la creación de ese Consejo, que "establezca las bases del sistema económico de la era de la mundialización, para el que todavía no se ha encontrado una solución satisfactoria". En él estarían representados no sólo los países del G-7 (todavía no se había añadido Rusia), sino organismos regionales tales como el Mercosur, en América Latina, o la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), etcétera. No podría ser una especie de G-7 ampliado, pues no lo toleraría el mundo, ya que se daba la contradicción de que entre EE UU, la UE, Canadá y Japón poseían alrededor del 75% del PIB mundial pero representaban a menos del 20% de la población.
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En cuanto a la Declaración Universal para una Economía Razonable, eso es lo que pretendió el Consenso de Washington con los resultados conocidos por todos. La dificultad está en que en economía es difícil consensuar lo que se entiende por razonable, si a ello se incorporan materias tan centrales como la redistribución de la renta y la riqueza.

La reunión del G-20 en Washington hizo a su final un comunicado, iniciado por el ampuloso encabezamiento de "Nosotros, los líderes del grupo de los veinte", en el que se establecía un catálogo de propuestas, divididas en dos fases: medidas inmediatas y a medio plazo. De las primeras, no se sabe nada: el gasto de los gobiernos para combatir la crisis es insuficiente y no está coordinado; la ronda de Doha para liberalizar el comercio internacional sigue desactivada; no hay nuevas normas contables; de la regulación financiera, ni rastro; las agencias de calificación de riesgo siguen autorregulándose (hiperactivas ahora, frente a su pasividad de antes); el Fondo de Estabilidad Financiera, que parecía llamado a jugar un papel más significativo, continúa sin ampliar el número de sus socios (no está España, como tampoco está en el G-20); etcétera.

Antes de morir, en abril de 1945, el presidente demócrata de EE UU, Franklin Delano Roosevelt, propició dos conferencias con las que trató de crear el nuevo orden internacional, tras las guerras mundiales: la de Bretton Woods, que significó la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; y la de Dumbarton Oaks, que dio lugar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A la luz de los conflictos en este comienzo del año (Gaza, la guerra del gas, la recesión económica, etcétera) no parece que las estructuras que gobiernan al mundo desde mediados del siglo pasado sean hoy eficaces ni representativas. ¿Tendrá tiempo Obama, hijo político predilecto de Roosevelt, de abordar también este problema?