Foto: Fátima Rodríguez

28 febrero, 2007

Seré Curioso

Dedicado a nuestro presidente "el caballerito", a quienes lo precedieron -exceptuando a Lázaro Cárdenas- y a quienes lo sucederán

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

[...]

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.


Mario Benedetti



05 febrero, 2007

Las pequeñas memorias


"El mundo está hundido en la mierda": Saramago
(la jornada)

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL



Madrid, 25 de enero. El Nobel portugués José Saramago regresó a su pueblo natal, Azinhaga, para rememorar los días de "hambre y frío" de su infancia, y descubrir cuáles son los orígenes del escritor de 84 años que hoy asume la vida con escepticismo, timidez y melancolía. En la presentación de la edición en español de su libro Las pequeñas memorias (Alfaguara), Saramago alzó la voz para señalar: "Estamos hundidos en la mierda del mundo y no se puede ser optimista; el que es optimista es estúpido o millonario, y le importa un pepino lo que ocurre a su alrededor.
"Sólo yo sabía, sin conciencia de saberlo, que en los ilegibles folios del destino y en los ciegos meandros del acaso había sido escrito que tendría que volver a Azinhaga para acabar de nacer". En esta frase, extraída del primer y único libro de memorias del Nobel, se resume el cariz con que Saramago afrontó la reconstrucción de su niñez, una época que, dice, es la única que importa en la historia de los hombres, pues en ella forja el carácter, filias y fobias de lo que somos después.
El año pasado, cuando inició la escritura del libro, fue particularmente difícil para la salud de Saramago: un hipo crónico y permanente le impedía dormir, le hizo perder peso y "estuvo a punto de matarme". En esas condiciones, el Nobel encaró sus recuerdos de infancia, la del niño de entre nueve y 15 años que se iniciaba a la vida en un pequeño pueblo rural de Portugal, inmerso en la pobreza y el hambre, y con el telón de fondo de una época convulsa: la Guerra Civil española, el nacimiento de las dictaduras de Hitler y Salazar, y la Europa de entreguerras.
El libro llega a México en febrero
Saramago reconoció que la idea de escribir Las pequeñas memorias le rumiaba desde hace dos décadas, cuando pensaba en volcar su memoria más íntima en un libro que iba a llamar El libro de las tentaciones. Cuando inició la escritura cambió de opinión y decidió ponerle el título actual, ya que "son memorias pequeñas, de un niño pequeño".
El autor explicó que estas memorias no son tal, sino "cosas que están ocurriendo ahora, como la pasión y el arraigo que siento por la naturaleza, por los animales, por el río que pasa, por la ascensión a los árboles o por la caza de renacuajos". Incluso la melancolía y la timidez con la que se mueve por el mundo, pues "si no hubiera vuelto a ese pueblo hoy sería otra persona; si tuviera la oportunidad de revivir todo aquello lo haría sin duda, tanto el hambre o el frío, porque esa sería la única condición para volver a ser quien soy".
Saramago recordó que fue educado por una "familia de analfabetos, que me inculcaron dolores", aunque también le ayudaron a forjar el carácter y el pensamiento que lo ha llevado a convertirse en uno de los grandes escritores contemporáneos.
"Todos están muertos. Mis abuelos, mis tíos y mis padres no dejaron nada tangible, estaban condenados a desaparecer, pero merced a estas memorias los he puesto de pie como si estuvieran vivos. Estaban muertos y yo les resucité. Inclusive, siento cierto temor por esta especie de poder taumatúrgico", señaló.
En el libro hay pasajes "muy duros", que le dolieron mucho, como la reiterada violencia que ejercía su padre sobre su madre o el bofetón que él mismo recibió en una ocasión. En México se venderá a partir del próximo 3 de febrero.

Qué razón la de Henestrosa


"Quien lee una obra bella, de ésas que sólo a ratos se escriben, pasa de la sombra a la luz. Otro antídoto no hay contra la desesperanza que la lectura"

Andrés Henestrosa