Foto: Fátima Rodríguez

04 abril, 2021

La necesidad del abismo


  

… y yo necesitaba ser el fruto

que se pudre y cae.

Necesitaba del abismo.

 

Clarice Lispector

 

I


Monterrey, Nuevo León.

Mariana prepara una maleta encima una mesa o algún otro mueble. Sobre la ropa sin empacar, un par de hojas de papel dobladas. Con una de ellas practica la pronunciación de algunas palabras en alemán.

 

Mariana: Guten morgen. ¡No! Gu-ten Mor-guen. Sin ver. Gute nacht. ¡Tampoco! Guu-te Najt. Auf wie-der-se-hen. Mierda. Mejor otra. Danke… ¡bien, Marianita, bien!


Suena el celular.

 

¿Dónde estás?... ¿cómo que en la puerta?, ¿y por qué no tocas el timbre? … El 104. Ahora voy. Deja abro.

Entra Lucía


Mariana: ¿Por qué no llamas al timbre como la gente normal?

Lucía: Porque aún no sé cuál es el número de tu casa. El del anterior departamento me lo sabía de memoria. Pero a ver, ¿por qué no abres cuando te llamo por teléfono para decirte que ya llegué?

Mariana: Bueno, ya entraste.

Lucía: Aquí lo tienes. Tuve que limpiar el marco y el cristal. Estaban algo empolvados.

Mariana: Mil gracias, en serio. Te quiero, amiga. 

Lucía: No hay de qué. Después de todo El Verguis ha vuelto a su dueña original.

Mariana: ¿Cómo dices?

Lucía: Así lo llamé. El Verguis o el Conejo con Riata.

Mariana: ¡Más respeto!, que es un Toledo

Lucía: Pero si es un conejo con una…

Mariana: ¡Oye!

Lucía:…bien acá. Bueno, ya, cambiando de tema, ¿cómo vas?

Mariana: No me decido qué llevar ni qué dejar. Seguro que allá hace frío. 

Lucía: ¿Y ese papel?

Mariana: Practico el alemán.

Lucía: Mariana, no mames. Nunca lo has estudiado. Dudo que puedas aprenderlo en dos días y menos con papelitos… a ver, ¿cómo se dice buenos días?

Mariana: Guten morgen, ¡morguen!

Lucía: ¿Perro?

Mariana: Hunt.

Lucía: ¿Abuela?

Mariana: ¡Oma!

Lucía: ¿Un cartón de cervezas?

Mariana: Ein Karto-ffen… ¿No, verdad?

Lucía: Te vas a morir de sed y de hambre, pinche Mariana. No. No es para tanto. No es para que te agüites. Amiga, allí estará Roberto para traducirte y darte de comer. Eso espero. Además, todos en Alemania hablan inglés. 

Mariana:¿Tu crees que la estoy cagando?

Lucía: Mira, ya lo decidiste. Te aseguro que pasarás uno de tus mejores años allá.

Mariana: Estaré un año y tres meses.

Lucía: Te aseguro que pasarás uno de tus mejores un año y tres meses allá. Y con el jefe que tiene Roberto, uy, conocerás gente bien interesante. Mira cuánto felicitaron aquí a Roberto nomás por colgarle unos cuadros al güero en el museo de aquí. 

Mariana: Roberto fue el encargado de toda la curaduría.

Lucía: Pues es lo que te digo. Qué manera de clavar clavos. Oye, ¿el jefe de Roberto no es el de la pieza esa, la de los lentes oscuros olvidados en el piso que se hizo famosísima?

Mariana: Sí, es él. Nada más por eso, ahora esos lentes cuestan una fortuna (pausa). Lucía, gracias por traer el cuadro. Yo sé que cuando te lo dí,  dije que era tuyo y…

Lucía: No pasa nada. Te conozco, Mariana. Sabía que me lo dabas para guardarlo nada más. Porque no soportabas verlo, aunque hayas dicho algo distinto.

Mariana: Entonces no quería saber nada que tuviera que ver con Roberto. Me mudé.

Lucía: Mariana, a ver. Eso ya pasó. En dos días te vas del país. Es una nueva etapa con él.

Mariana: Tienes razón. 

Lucía: Obviamente.

Mariana: Quiero decir que lo que ya fue, ya fue. 

Lucía: No lo pude haber dicho mejor.

Mariana: Debo de acabar de hacer la maleta. Me dijo Roberto que viajara con pocas cosas, y que no olvidara el cuadro.

Lucía: Si te dijo que poco equipaje, ¿para qué llevar el cuadro? Un año y tres meses no es tanto.

Mariana: Por si acaso. Por si no nos alcanzara el dinero. Por si hay alguna complicación, podríamos venderlo.

Lucía: No te prestó el dinero tu papá, ¿verdad?

Mariana: …no.

Lucía: Mariana, no quería, pero tengo que decirte algo.

Mariana: ¿Tiene que ver con Ana, verdad?

Lucía: Sí… No… No mucho. A los pocos días que me diste el cuadro, logré venderlo. Creí que era lo mejor. Ese día te escuché tan seria al decirme que no querías ver la obra que según tú fue testiga de la infidelidad de Roberto, y la vendí. Traté de buscarte para darte el dinero.

Mariana: ¿Entonces este de aquí no es el?

Lucía: Sí, es el conejo con… Tuve que pagar tres mil pesos más del precio que lo vendí para que me lo devolvieran. Ahora tú me sales con que lo quieres para malbaratarlo.

Mariana: No tenía idea. ¿Desde entonces no nos veíamos?

Lucía:  Te llamé para ayudarte con la mudanza y me dijiste que no era necesario.

Mariana: Me ayudó mi papá

Lucía: ... 

Mariana: Me ayudó Roberto. Platicamos durante horas, me contó de sus planes. Me pidió que me fuera con él. ¡Al fin me estaba incluyendo en sus proyectos! Cuando se fue, me dejó una nota. Mira.

Lucía: “Has cruzado la frontera de mi vida, de mi ciudad, de mi calle. Ya solo queda mi puerta. ¿Debo recordarte mi dirección?”. ¿Que esto no salió en una película?

Mariana: Tal vez. Pero él es pintor, no poeta. Con eso me basta. Lo dijiste tú: se trata de una nueva etapa (pausa). ¿Sabes? A veces me dan ganas de encontrarme con Ana, ésa; nomás para contarle que me voy a vivir con Roberto, que Europa no es para todas.

Lucía: Ésa está en Europa.

Mariana: ¿Qué dices?

Lucía: En Suiza, con su novio en turno.

Mariana: ¿Cómo sabes?

Lucía: Uhm… Después de Roberto, Ana se fijó en mi hermano. Lo dejó hecho mierda.

Mariana: ¿Sabes en qué ciudad?

Lucía: No.

Mariana: ¿Tu hermano lo sabe?

Lucía: No lo sé. ¿Qué haces?

Mariana: Llamándole.

Lucía: ¿A Ana?

Mariana: A tu hermano. ¿Bueno?, ¿Pablo? Bien, gracias. ¿Tú? (pausa). Ya sé, pinche vieja. Oye, te llamo para… no… Pablo, te paso a tu hermana.

Lucía: Enano, necesitamos saber adónde se fue a vivir la puta de Ana. Sé que no quieres hablar de ella pero… a ver… ¿Te calmas, sí?... Sí, a Suiza, con el rubio, alto, mamado, de ojos azules, pero ¿a qué ciudad? ¿Cómo?... No te entiendo un carajo. Pablo… ¡Pablo! Si no dejas de llorar, no puedo entenderte… respira… así… bien, ahora sí, dime. Gracias. Bye. Te lo dije, está hecho mierda.

Mariana: ¿Qué te dijo?

Lucía: Zurich.

Mariana: ¡No mames! ¡No mames!

Lucía: ¿Qué?... ¡Ya dilo!

Mariana: Roberto va una vez por semana a Zurich. Su jefe tiene una galería allí.

Lucía: ¿No vive en Alemania?

Mariana: En Stuttgart, está cerquísima. Es como de aquí a Saltillo… o a Torreón, a lo mucho.

Lucía:  ¿Y a eso le llaman un país?

Mariana: ¿No te das cuenta?

Lucía: ¿Darme cuenta yo? A mí me queda clarísimo. ¿Tú te das cuenta?

Mariana: Yo. Yo… Me dijo que me quería en sus planes.

Lucía: Un plan compartido, según veo. Mariana, no tomes el vuelo.

Mariana: Pero el año y tres meses.

Lucía: Dile a Roberto que puede descolgar toda su curaduría, hacerla un rollito y metérsela por donde…

Mariana: ¿Y dejarle el camino libre a Ana?

Lucía: No. No te das cuenta. Definitivo.

Mariana: Lucía, Lucha, eres mi amiga, apóyame.

Lucía: ¿Apoyarte? Mariana, no mames. El cabrón quiere todo: a ti, a Ana y al… Toledo.

Mariana: Yo lo quiero a él.

Lucía: Ahora sí que la estás cagando.

Mariana: Tengo una idea… Ven conmigo.

Lucía:¿Adónde?

Mariana: A Alemania. Vendemos el cuadro para pagar tu boleto.

Lucía: De ningún modo.

Mariana: Lucía, es la única manera que tengo para saber la verdad. Mira. Si no se está viendo con Ana, le digo a Roberto que le dejé el cuadro a mi papá en garantía del dinero que me prestó. 

Lucía: Pero si no te prestó ni un quinto…

Mariana: Shhhh… Si se está viendo con ella…

Lucía: Suponiendo, claro, que “sólo se estén viendo”.

Mariana: …Si se están viendo… o algo más, pues entonces no me tendrá ni a mí ni al Toledo. Piénsalo, será como una venganza involuntaria. 

Lucía: ¿Y dónde entro yo en todo este plan?

Mariana: Necesito que estés ahí, por cualquier cosa que resulte… Anda, vamos.

 

II

 

De madrugada. Lucía y Mariana esperan sentadas en un par de bancas de una estación de tren. Visten muy abrigadas, junto a unas maletas pequeñas. Lucía lleva una mano vendada, Mariana, unas gafas oscuras ocultas en su bolsillo.

 

Lucía: Qué pinche frío. La verdad que no entiendo cómo Heidi decía ser tan feliz. 

Mariana: Jaidi. Se dice Jaidi.

Lucía: ¿Estás segura que vendrá por nosotras?

Mariana: Sí, fue lo que dijo.

Lucía: ... ¿También lo del hospedaje?

Mariana: Ya está bueno ¿no? Te expliqué en el camino que no tuve la culpa. Escuché bien, te lo probé… aunque, sí, hubo una confusión.

Lucía: Te lo advertí.

Mariana: ¡Roberto dijo que me quería en su proyecto de vida!… ¿Cómo iba yo a saber que consistía en vivir un triángulo amoroso con su jefe?... Un cuarteto, si tu aceptabas…

Lucía: ¡Qué asco, Mariana! ¿Neta? ¿No sospechaste nada? Digo, el conejo como testigo… 

Mariana: Un amigo me contó que en Ámsterdam los policías meten al bote a quienes se roban una bicicleta. Que incluso los ladrones prefieren tirar al río las bicicletas para que la policía las devuelva a los dueño.

Lucía: ¿Y qué sentido tiene robárselas, entonces?

Mariana:No sé. Para trasladarse nomás durante el tramo en que la necesiten, supongo. Cosas de primer mundo.

Lucía: Pues un amigo me contó que en Matehuala llevan usando la bicicleta toda la pinche vida, y nadie nunca les ha hecho fiesta como a Ámsterdam.

Mariana: ¡Te llevan al bote por una bicicleta!

Lucía: Ajá.

Mariana: Y nosotras nos robamos un cuadro del novio, digo, del jefe de Roberto. Debe costar un dineral.

Lucía: Uhm… Te diré. Apenas nos alcanzó para comprar los boletos del tren. Y aquí estamos, sin un quinto.

Mariana: ¡Pero la policía!

Lucía: Eso es en Ámsterdam, en Bélgica.

Mariana:  EnHolanda.

Lucía: También allí. Es el primer mundo. Aquí en Suiza están más jodidos.

Mariana: Nunca he estado en un cárcel europea.

Lucía: Mariana, nunca habías estado en Europa. 

Le suelta un golpe en su mano.

¡Ay!

Mariana: Perdón, perdóname. ¿Cómo sigue?

Lucía: Menos hinchada. El frío ayuda.

Mariana: (Sonríe) ¡Qué buen madrazo! ¿Quién te enseñó a golpear así?

Lucía: Pablo.

Mariana: Quién lo diría, tan chillón.

Lucía: Te confieso que éste ha sido el mejor putazo que he dado. Directito a la mandíbula. ¿Viste cómo cayó?

Mariana: No, cerré los ojos. Sólo escuché el sonido hueco del cuerpo en la duela. Cuando caí en cuenta, me encontré corriendo en la calle, junto a ti, huyendo.

Lucía: Ya tienes qué contarle a tus nietos: mi mejor amiga se madreó a mi novio.

Mariana: No es mi novio. Oye, entiendo el golpe, pero ¿robarte un cuadro?

Lucía: ¡Magia!

Mariana:  Ya, en serio.

Lucía: Ro-bar-nos, robarnos un cuadro. Estuviste de acuerdo. 

Mariana: No dije nada.

Lucía: Quien calla otorga. (Pausa) Me cegó el coraje. Se atrevió a reclamarte el Toledo. Lo que te hizo, lo que le hizo a Ana.

Mariana: Chantajearla para incluirla en su exposición de artistas jóvenes.

Lucía: No sé, el golpe no me bastaba, quise golpear al otro, pero lo noté tan asustado. Entonces vi la pintura que colgaba detrás de él, sin pensarlo la tomé, como una forma venganza. ¿Cuánto costará en realidad?

Mariana: ¿Estás calculando los años que nos darán de cárcel?

Lucía: Y míranos. Ahora estamos aquí, cagándonos de frío y esperando a la golfa de Ana. ¿Por qué le llamaste?

Mariana: ¿Qué querías que hiciera? Acabábamos de llegar a la estación, eran los últimos trenes, somos ladronas de arte, nos persigue la policía alemana, no conocemos a nadie más. 

Lucía:  Y sin dinero.

Mariana: Ana dijo que su novio podría escondernos en su taller. También le hice ver que nos debía una. Por Pablo... ¿La cagué, verdad? 

Lucía: Eso parece.

Mariana: ¡Ese es mi súperpoder: cagarla todas las veces! Yo sólo deseaba una oportunidad de estar con él, que mi cuerpo fuera ese detalle en su mirada. Me equivoqué en todo.

Lucía: Qué más da ahora. Nada cambia las cosas. Nos equivocamos en todo. Tú, yo… Ni tanto, eh. Zurich no está tan lejos de Stuttgart. Nos consta. Se hace un poquito más que a Saltillo, pero menos que a Torreón, aunque aquí no vendan champurrado.

Mariana: Mira, ya llegó. Te lo dije. Viene con el rubio de ojos claros..

Lucía: Sí está mamado. Espera, Mariana, ¿estás segura? Podríamos buscar otra opción.

Mariana: ¿Golpeamos al vato y le robamos el coche?

Lucía: Thelma y Louise tercermundistas. No lo creo. 

Mariana: Lucía.

Lucía: ¿Qué quieres?

Mariana: Somos un poco de arrojo,[1]¿no te parece?

Lucía: ¿Qué dices?

Mariana se coloca las gafas oscuras.

Mariana: Nada.

 

FIN


Gibrán Domínguez



[1]Éste de aquí es un verso de Oscar Cid de León.

01 abril, 2021

Hechos causales



Yo creo, y permítaseme este inciso, que la vida está cargada de cosas enigmáticas, pequeños acontecimientos que sólo están esperando el contacto epidérmico, nuestra mirada, para desencadenarse en una serie de hechos causales que luego, vistos a través del prisma del tiempo, no pueden sino producirnos asombro o espanto.


- Roberto Bolaño, Amuleto.