Foto: Fátima Rodríguez

15 diciembre, 2014

¡Oh Monjes!



Pido y exijo la palabra:
Ya no es bastante
Mi solo voto de confianza.
No crean ustedes que mis versos
Están hechos por si acaso.
Mi constancia radica simplemente
En pensar que la aventura
De la especie no termina
como una mancha de grasa
en el suelo.
Sí queridos monjes: no termina
Pues el hombre
De que tanto hablamos
No está lejos:
Basta con silbar o hacer una seña
Y él se pondrá enseguida
A nuestro lado.
Ustedes oh monjes tienen
Tornillos celestes
Con que ajustar el mundo
Y con mirarse el ombligo les alcanza
Para lograr un éxtasis primario.
Pero es la vida un fruto
Que cuando madura
Es la muerte.
Por eso les digo oh monjes
Que no escriban Justicia con sangre
Que no establezcan más imperios
Ni aquí ni en la Luna
Que no festejen la Paz
Con cohetes nucleares.
Miren de una vez
El rostro y las manos
De nuestra especie cotidiana.
Deben apurarse:
La eternidad se acorta
El Sol se herrumbra
Y un silencio rojo
se traga todo el cielo.
Para esto oh monjes
Pedí y usé mi vera palabra.
Les advierto además
Que ya ha pasado
El tiempo del rubor
Y de las lágrimas.

Saúl Ibargoyen

Tomado de: Poesía política (1958-2010)



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