Foto: Fátima Rodríguez

07 agosto, 2013

Trozos de trazos (del teatro)



Es de celebrarse, por ello, que en su primera incursión en la dramaturgia, Juan Villoro haya comprendido, con Muerte parcial, la importancia de la palabra y el hecho de que su idea primigenia no podía expresarse de otro modo que no fuera en el teatro. No novela, no cuento, no crónica. Simple y venturosamente teatro, con todos los peligros y avatares y satisfacciones adosados al género. Teatro como un acto efímero por naturaleza —la edición de una obra sólo la conserva literariamente. Teatro que existe de veras nada más cuando se presenta con actores encarnando personas, ante un público cada noche diferente, capaz de aplaudirlo o de rechazarlo, sometido a la aprobación o a la reprobación de la crítica, también efímera por fortuna. Frente a la cultura enlatada —la música convertida en objeto grabado, la película siempre idéntica, la plástica fotografiada—, la cultura viva, solamente la cultura viva de la que el teatro es la expresión más sublime, nos hace sentirnos vivos junto a quienes la perciben en el momento mismo de su representación.

Con un dejo de pudor personal, termino este prólogo endosando una frase que escribió Rodolfo Usigli luego de presenciar mi primera obra dramática: Bienvenido a l maravilloso infierno del teatro, Juan Villoro.


Vicente Leñero
Fragmento: prólogo de Muerte parcial, de Juan Villoro.


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