Trozos de trazos (teatro)
Narrador: Élida se les quedó mirando hasta que su vista no los alcanzó.
Ella no lo supo pero sus palabras iban resonando en la mente del muchacho y un
eco parecía repetirlas, llenando todo el vacío del abismo, donde al fondo,
resignado, reposa Batopilas. Dicen que fueron las más claras y hermosas
palabras que una mujer le hubiera podido decir jamás a un hombre. Dicen…
todavía, que a veces el viento se revuelve inquieto y sopla y silba entre los
riscos rosados de cantera y copia la voz ¡y repite las palabras como si
estuviera enamorado! Como si Élida… las hubiera dicho para él.
Entra el silbar del
viento en tercer plano. Entra especial en el micrófono de la Élida.
Élida: […] No sé hablar tanto ni tan bonito como usted. Pero sépase
que algo muy fuerte aquí, dentro, algo que no sé explicar, porque no sé las
palabras que se dicen y las que sé no me alcanzan. Si las juntara todas sería
un grito… ¡o una carcajada o un abrazo muy fuerte! Si juntara todas las
palabras que me sé… ¡Y las que no me sé! A lo mejor sería nomás un beso… o una
mirada encajándose en sus ojos como una espina. Pa’ que la distancia no sea
tanta y el olvido no me toque; pa’ que la ausencia no sea cierto y la soledad
no me mate. Pero si la distancia fuera mucha y el olvido me borrara; ¡pero si la
ausencia fuera cierto y la soledad me aplasta! ¡Y usted vuelve y yo no
estuviera! ¡Sépase usted, zutano…, sépase usted, que manque sea debajo de la
tierra todavía yo… lo estaré esperando!
Silbar del viento
supe a primer plano. Oscuro gradual.
Edeberto ‘Pilo’ Galindo
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