Trozos de trazos
Quizá la mayor “acusación”
que se le podría hacer a este complejo personaje, personaje del relato y de la
vida real, es la de descolocado o inoportuno. Para muestra un par de datos.
Apenas comenzaba a ser famoso en México cuando emitió el sermón público que le
causaría tantos problemas con la Inquisición; el sermón tendía a reforzar el
orgullo criollo frente al poder de la Colonia española, pero en lugar de
afianzarse en las tradiciones locales, las criticaba, con lo cual se echó en
contra tanto a las autoridades imperiales como a muchos criollos. Otro ejemplo:
al ser abolida la Inquisición y declararse la Independencia mexicana, Mier
hubiera podido al fin dejar de ser un marginal que huye y disfrutar de los
privilegios del Poder y el reconocimiento que le deparaba su cargo como
representante ante el Congreso; tenía casi sesenta años (hay que pensar en lo
que significaba llegar a esa edad en la época y con las condiciones precarias
de su vida), pero no había aprendido o no quería aprender la lección. El día de
la proclamación de Agustín de Iturbide como emperador de México, fray Servando
fue liberado de la cárcel de San Juan de Ulúa (donde estaba preso ahora ya no
por su enemistad con la desaparecida Inquisición, sino por simpatizar con la
causa de la Independencia) y el emperador lo recibió personalmente en Tlalpan.
No habían pasado tres meses y el propio Iturbide lo mandó a apresar por sus
actividades anti-iturbidistas: fray Servando quedó una vez más detenido en el
convento de Santo Domingo. Este fraile tiene una cualidad bastante peculiar:
arreglárselas para ser siempre un perseguido, cada vez por una causa diferente.
De su vida adulta, sólo pasa los últimos cuatro años sin cargar con una orden
de captura en su contra.
En
el margen del margen, escribe este texto desde el espacio del recuerdo, preso,
quince años después de los hechos. Es excepcional el valor de estos recuerdos
(de esta mirada) en su huida y peregrinación por España, Inglaterra, Italia,
Francia, Portugal: “Aunque con veinticuatro años de persecución he adquirido el
talento de pintar monstruos, el discurso hará ver que no hago aquí sino copiar
los originales”, escribe, implacable.
Susana
Rotker
Fragmento:
Fray Servando: la mirada americana.
Comentarios