VI
Yo te aguardé esta noche con el ansia
de mirarte llegar, y de que luego
escucharas impávido mi ruego
y me dieras tu fuerza y tu fragancia.
Pero quisiste darte la elegancia
de no venir, de desdeñar mi fuego,
sin saber que recibo por entrego
leche de muchos toros en mi estancia
Yo pensaba quererte en exclusiva;
gemir y sollozar bajo tu fuete,
brindarte mis pasiones rediviva.
Y a casa regresé –con tu billete–,
luego que una salubre lavativa
a los hijos ahogó de otro cadete.
Salvador Novo
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