CALÍGULA
¡Soledad! ¿Acaso
conoces tú la soledad? Sí, la de los poetas y la de los impotentes. ¿Soledad?
Pero ¿cuál? ¡Claro, tú no sabes que solo no se está nunca! ¡Y que por todas
partes nos acompaña el mismo pesado fardo del futuro y del pasado! Los seres
que hemos matado están con nosotros. Y con ésos aún sería fácil. Pero están también
los que hemos amado, los que no hemos amado y nos han amado, y los
remordimientos, el deseo, la amargura y el goce, las putas y la pandilla de los
dioses. ¡Solo! ¡Ah, ojalá, en vez de esta soledad envenenada de presencias que
es la mía, pudiera disfrutar de la auténtica, del silencio y del temblor de un árbol!
¡La soledad! No, Escipión. La soledad la puebla un rechinar de dientes y en
toda ella resuenan ruidos y clamores perdidos.
Albert Camus
Fragmento: Calígula
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