A machete abrimos
claro. De tronco a tronco tendemos las hamacas: Guerra y Paquito por tierra. La
noche bella no deja dormir. Silba el grillo; el lagartijo quiquiquea, y su coro
le responde: aún se ve, entre la sombra, que el monte es de cupey y de paguá, la palma corta y espinuda; vuelan
despacio en torno las animitas; entre
los ruidos estridentes, oigo la música de la selva, compuesta y suave, con finísimos
violines; la música ondea, se enlaza y desata, abre el ala y se posa, titila y
se eleva, siempre sutil y mínima: es la miríada del son fluido: ¿qué alas rozan
las hojas? ¿qué violín diminuto, y oleadas de violines, sacan son, y alma, a
las hojas? ¿qué danza de almas de hojas?
José Martí
Fragmento:
Diario de Guerra
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