La reseña de Nahum Torres, en Eje Central
En el panorama literario mexicano de nuestros días diferentes
miradas reviran a la región Sur y sus diversas problemáticas. Ejemplos claros
son las novelas Cazar mariposas (Premio Latinoamericano a Primera Novela
“Sergio Galindo”), de Manuel Aguilera; Dos caminos, de Paul Medrano; Las
mujeres matan mejor, de Omar Nieto; 36 toneladas. ¿Cuánto pesa una sentencia de
muerte?, de Iris García Cuevas y Teoría de las catástrofes, de Tryno
Maldonado.
En esta tendencia se encuentra El vapor y el espejo, de Gibrán Domínguez (1987), cuya trama se
ubica en el 2012 al interior de una de las sociedades mexicanas más complejas:
la chiapaneca, a través de una intriga mordaz: el asesinato de ‘Kidnie’, el
candidato de ‘Nangusé’, gobernador de la entidad.
Pese a su brevedad (88 págs.), esta novela negra deja entrever
de manera clara la ambición literaria de su autor quien, para su ópera prima,
entremezcla aspectos sociales de la realidad (corrupción, violencia), historiográficos
(una olvidada rebelión indígena de carácter político-religioso propiciada por
la ocurrencia de Agustina Gómez Checheb y la ambición de Pedro Díaz Cuscate)
con la cosmovisión maya (el final de la era Oxlajuj B’aqtun) y la
política-electoral ligada a la mediocracia.
El vapor y el espejo ofrece personajes a los que las circunstancias van determinando sus decisiones: el gris contador del Hospital Regional, ‘Ramón Alcántara’; la explosiva periodista ‘Clara Peleritti’; el agente no-del-todo-infalible ‘Augusto Montalvo’; el mesiánico independentista, ‘Daniel Domínguez Dambrini’; el nefasto procurador ‘Ricardo Landeros Sepúlveda'; sin embargo, más allá de su condición, los personajes son elementos clave de una opinión política del propio autor sobre eso que llamamos la real politik.
El vapor y el espejo ofrece personajes a los que las circunstancias van determinando sus decisiones: el gris contador del Hospital Regional, ‘Ramón Alcántara’; la explosiva periodista ‘Clara Peleritti’; el agente no-del-todo-infalible ‘Augusto Montalvo’; el mesiánico independentista, ‘Daniel Domínguez Dambrini’; el nefasto procurador ‘Ricardo Landeros Sepúlveda'; sin embargo, más allá de su condición, los personajes son elementos clave de una opinión política del propio autor sobre eso que llamamos la real politik.
Desde ese espejo
que es la ficción, Domínguez nos sumerge en un micro universo que nos permite
rememorar la importancia de lo que sucedió y sucede en el sureste: actual
laboratorio presidencial.
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