Trozos de trazos (pequeños)
Robachicos
La niña le tiene miedo a lo que se
mueve y a lo que no se mueve porque sabe que existen los robachicos pero no
sabe qué o quiénes son.
Está tan
asustada que deja abierta la ventana de su cuarto porque ya no soporta no saber
a quién debe tenerle miedo. Deja abierta la ventana, quita los seguros de las
puertas y espera.
Una noche
escucha un ruido, un ruido de verdad y no los sonidos de sus pesadillas.
Las noches
anteriores gritó; luego se abrió la puerta de su cuarto y le dijeron con
ternura “ya está bien, ya está bien”.
Ahora escucha
el ruido afuera de sus pesadillas y entonces descubre a un niño un poco mayor
que ella agazapado en el rincón.
—¿Tú también
quieres saber? —pregunta ella.
El niño se
lleva el dedo a la boca para decirle que calle.
Tiene los ojos
muy abiertos, tiembla, el pelo se le ha parado un poco.
—¡Están aquí!
—murmura él urgentemente.
—¿Quiénes?
—susurra ella.
El niño traga
saliva, señala hacia la puerta, balbucea.
—Ellos…
Luego se
levanta y extiende su mano hacia ella.
—Ven, vámonos
antes de que vuelvan.
Ella lo mira
entornando los ojos. No se mueve.
—¿Tú eres el
robachicos? —pregunta de verdad asombrada y subiendo demasiado el volumen de su
voz.
Él parpadea,
palidece.
—Allí vienen…
—susurra; pero los dientes le castañetean tanto que ya no puede seguir.
Al instante se
oyen los pasos que se acercan desde el otro lado de la puerta.
—¿Hija, estás
bien?
El niño corre
hacia la ventana.
La niña se
vuelve para mirar la puerta, ve el filo de luz que se va metiendo lentamente
por debajo y observa el pomo cuando éste comienza a girar.
—Ya está bien,
hijita.
—Somos
nosotros.
—Desde cuándo
te robaron —murmura el niño antes de saltar hacia el exterior.
Cuando la luz
y las voces entran en la recámara, la niña todavía está montada en el marco de
la ventana sin saber si saltar hacia adentro o hacia fuera.
Ricardo Chávez
Castañeda.
Cuento tomado
de: El cuaderno de las pesadillas.
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