Foto: Fátima Rodríguez

03 marzo, 2013

Trozos de trazos (pequeños)


Robachicos

La niña le tiene miedo a lo que se mueve y a lo que no se mueve porque sabe que existen los robachicos pero no sabe qué o quiénes son.
Está tan asustada que deja abierta la ventana de su cuarto porque ya no soporta no saber a quién debe tenerle miedo. Deja abierta la ventana, quita los seguros de las puertas y espera.
Una noche escucha un ruido, un ruido de verdad y no los sonidos de sus pesadillas.
Las noches anteriores gritó; luego se abrió la puerta de su cuarto y le dijeron con ternura “ya está bien, ya está bien”.
Ahora escucha el ruido afuera de sus pesadillas y entonces descubre a un niño un poco mayor que ella agazapado en el rincón.
—¿Tú también quieres saber? —pregunta ella.
El niño se lleva el dedo a la boca para decirle que calle.
Tiene los ojos muy abiertos, tiembla, el pelo se le ha parado un poco.
—¡Están aquí! —murmura él urgentemente.
—¿Quiénes? —susurra ella.
El niño traga saliva, señala hacia la puerta, balbucea.
—Ellos…
Luego se levanta y extiende su mano hacia ella.
—Ven, vámonos antes de que vuelvan.
Ella lo mira entornando los ojos. No se mueve.
—¿Tú eres el robachicos? —pregunta de verdad asombrada y subiendo demasiado el volumen de su voz.
Él parpadea, palidece.
—Allí vienen… —susurra; pero los dientes le castañetean tanto que ya no puede seguir.
Al instante se oyen los pasos que se acercan desde el otro lado de la puerta.
—¿Hija, estás bien?
El niño corre hacia la ventana.
La niña se vuelve para mirar la puerta, ve el filo de luz que se va metiendo lentamente por debajo y observa el pomo cuando éste comienza a girar.
—Ya está bien, hijita.
—Somos nosotros.
—Desde cuándo te robaron —murmura el niño antes de saltar hacia el exterior.
Cuando la luz y las voces entran en la recámara, la niña todavía está montada en el marco de la ventana sin saber si saltar hacia adentro o hacia fuera.

Ricardo Chávez Castañeda.
Cuento tomado de: El cuaderno de las pesadillas.


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