Entonces
Qué
cuidadosamente aquella vida mía
me
mantenía aparte
para que así pudiese vivir sin intrusiones
mi
peligroso amor con lo secreto
de
un tiempo desertor que lo dejaba todo
para
soñar conmigo donde nadie nos viera
y
cuánto anduve así perdido por las márgenes
donde
una luz respetuosa y fría
punzantemente
iluminaba
el rostro enamorante de las cosas
y
en que todo me estaba de nuevo prometido
cada
vez que subía hasta mi rostro el vaho
de la tierra llovida.
Tomás Segovia.
Tomado de http://www.elgrito.org.mx/wp-content/uploads/2009/10/el-grito-nam-17.pdf
Comentarios
Pau, ¿te acuerdas de El Grito, la gaceta de Mty? Pues Tomás aportó este poema a ella.
Saludos: mujer de la tierra fértil.