Trozos de trazos
No nos estaba permitido envejecer, deformarnos apenas, pero nadie impedía que los años pasaran, señalados con festejos, con el escándalo alegre y repugnante de la inmensa mayoría ruidosa de los que ignoraban –a veces podía creerse en un olvido– que los burócratas de Brausen los habían hecho nacer con una condena a muerte unida a cada partida de nacimiento.
Juan Carlos Onetti
Fragmento: La muerte y la niña.
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